La sana costumbre democrática de negociar en franco retroceso y desuso

El periodista Pedro Ferriz Hijar, traspasaba la línea de la prudencia al plantear en un tweet una consulta ciudadana que más o menos respondía a la siguiente premisa...

El periodista Pedro Ferriz Hijar, traspasaba la línea de la prudencia al plantear en un tweet una consulta ciudadana que más o menos respondía a la siguiente premisa: Si se pretendiera instalar el comunismo en México ¿estarías de acuerdo con dar un golpe de estado para evitarlo? Fue como explotar una bomba en donde había mucha gente en esos momentos. No podemos abstraernos de que nos estamos radicalizando como sociedad y que el peligro de la perdida de la tradicional tolerancia mexicana es real. Los diputados federales, o los locales tabasqueños, por ejemplo, no hablan de negociar tal o cual ley, o de buscar consensos sobre uno u otro asunto, sino de que fue aprobada tal iniciativa por el partido que tiene la mayoría, tal cual proponía el texto, sin que nadie de la oposición se sumara después de haber conseguido incluir alguna de sus propuestas en la ley objeto del debate. ¿Qué nos está ocurriendo para que se de este fenómeno que nadie apenas hace unos años creería que pudiera plantearse en nuestro país? La explicación no es sencilla ni tiene un solo factor, sino muchos y algunos muy complejos, pero lo que es evidente es que en la actualidad, la legitima lucha política solo tiene dos colores: O blanco o negro y olvida que en ese tránsito del “pantone” hay muchos grises en nuestra sociedad y nadie quiere ni verlos y ni siquiera reconocer su existencia y por tanto no hay tema alguno sobre el que quepa negociación. O es de una manera, o de otra, no caben detalles, ni apreciaciones, ni aclaraciones. O blanco o negro y los ciudadanos debemos decidir de qué parte estamos. La “negociación política”, que puede definirse como el medio de comunicación que utilizan las personas para alcanzar una decisión consensuada respecto de un tema político que los atañe, no se la considera útil en esta etapa de nuestra actualidad. Ni siquiera para atravesar este difícil momento de la pandemia, ni de las consecuencias tremendas económicas que todavía están por aplastarnos. En toda sociedad existen problemas y tomas de postura distintas por lo que es necesario aprender a negociar. Sin poder difícilmente se puedan impulsar cambios y resolver conflictos. Pero aunque el término conflicto tiene una connotación negativa podemos tomar este vocablo como un término generador de cambios positivos, a partir del problema, las tensiones y los debates, es que se genera un proceso enriquecedor de intercambio entre las partes en disputa que ayuda al desarrollo y a alcanzar una resolución. Cada una de las partes tiene opciones para resolver la situación. Puede imponer su solución a la otra por medio de presiones o llamar al diálogo para tratar de persuadir al oponente y obtener un consenso. Las voluntades individuales no tienen la misma fuerza que las voluntades colectivas, y al perseguir un objetivo social debemos considerar el panorama total y tener una amplia visión de las necesidades y los intereses de las personas que se encuentras atadas a la toma de decisiones. Debemos de recordar a nuestros representantes políticos que cuando se negocia uno no se enfrenta a personas si no que se enfrenta a problemas. Si la negociación política es exitosa, se llega a un acuerdo y las partes pueden ganar compartiendo el beneficio. No podemos permitirnos que para tratar de sacar el máximo beneficio a costa del oponente se estén usando tácticas de presión como el desgaste, el ataque, el engaño y el ultimátum.