La sociología y González Pedrero

La sociología y González Pedrero

Enmarcada dentro de las disciplinas sociales y en medio del debate académico que pone en duda su cientificidad, la carrera de Sociología comenzó a impartirse en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) en 1985, a la mitad del sexenio de Don Enrique González Pedrero (1982-1987), impulsando además las carreras de Historia y Economía. Ni me parece casual que esto sucediera, porque el entonces gobernador tenía en su historia personal un estrecho vínculo con las disciplinas que promovió cuando fue director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Tres grandes disciplinas mencionadas líneas arriba están enfocadas al desarrollos humano y en la que se inscribieron y graduaron muchos jóvenes provenientes de municipios y de las zonas rurales de Tabasco. Sirvieron de puerta de escape de la misma institución que mantenían la creciente solicitud y saturación de las carreras de Derecho, Medicina, Contaduría y Administración.

Sin embargo, la formación del Sociólogo traía un sesgo revolucionario – crítico – antisistema, de total revisión y evolución humanista. Eran tiempos en los que el país experimentaba la ruptura interna del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el nacimiento de una corriente nacional opositora menos radical que el movimiento estudiantil el 68, pero de mayor envergadura y fuerza que derivó en la creación del Frente Democrático Nacional y la candidatura presidencial del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, protagonista con importantes personajes de aquella polémica insurgencia ciudadana reflejada en las urnas. Queda para el debate si fue entonces la primera derrota real del PRI, salvado por la denominada “caída del sistema”.

Eran los primeros años de la fundación de la Sociología como la disciplina que hacía crítica social, crítica política y crítica económica en el interior de las aulas, en la sociedad y en las mismas oficinas de Gobierno. Lamentablemente sufrió el desdén y el menosprecio de los hombres que integraban la jefatura del poder público, aunque también se fueron posicionando en el manejo de estadísticas, estudios de opinión, el periodismo, e integrando partidos políticos opositores y organizaciones no gubernamentales serias y críticas.

Fue en la parte de la divulgación y acción política donde los sociólogos encontraron un espacio de participación, pese a resultar incómodos ante su formación y convicción democrática. Siempre presionados por el régimen que, en aras de desacreditar su valiosa aportación a la sociedad, buscaron disminuirlos, al tratarlos como agentes tóxicos, locos y desadaptados. Sin duda que la sociedad padece cuando se niega la importancia de conocimientos, tan útiles y vigorosos en la construcción de nuevas políticas.

Estoy convencido de que los sociólogos tabasqueños cumplieron y siguen cumpliendo en gran medida el propósito del maestro González Pedrero: abrir nuevas puertas al conocimiento y colocar a Tabasco en el debate contemporáneo.

Esperemos la Sociología y las disciplinas afines sean especialidades que tomen fuerza en la UJAT a 30 años de su creación y a escaso un mes de conseguir la victoria política presidencial por la vía electoral con “Ya saben quién”, Andrés Manuel López Obrador, precisamente egresado de la misma facultad que dirigió González Pedrero.

Por cierto el tercero de los cuatro hijos del virtual Presidente de la República electo, Gonzalo Alfonso López Beltrán, es también egresado de la Ciencias Políticas de la UNAM.

UNA LARGA CITA

Escribió González Pedrero:

“Esperemos que los valores democráticos acaben por prevalecer, corrijan los desatinos de quienes juegan como piezas aisladas en el tablero mundial y contribuyan a salvaguardar, con la inteligencia de la política y no con la violencia ciega de las ramas, los destinos de la humanidad”

“Estoy convencido, como Ortega y Gasset, de que hay que entender y practicar la política como pedagogía social. Una pedagogía democrática que conduzca a una  sociedad en la que las decisiones políticas se adopten a través de un diálogo presidido por la razón”.