La vaca libre II

La vaca libre II

Hace un mes referí en este espacio la historia de una vaca que pudo escapar de los corrales que la llevaban al matadero y huyó, nadando, hacia uno de los islotes del lago Nyskie, en el sur de Polonia.

Nadie pudo traer a la vaca de regreso de su libertad escogida: ni su dueño, un señor Lukazs, ni los vaqueros de éste, a quienes la vaca embestía en defensa de su elección.

He leído el fin de esta historia en una admirable nota de The Washington Post y su también admirable sección Animalia (https://bit.ly/2LMG5Rz).

El relato del Post añade a la historia de esta vaca fugada, la de una antecesora, que huyó también unos meses antes, en pleno invierno, y fue vista después en apacible compañía de una manada de bisontes.

La vaca que huyó a las islas del lago Nyskie no encontró esa compañía ni la pastura necesaria para mantenerse por sí sola en los suelos más bien escasos de su territorio elegido.

A diferencia de su antecesora, sin embargo, la vaca de las islas se volvió una celebridad y era buscada obsesivamente para darle la vida en libertad, ajena al rastro, que se había ganado.

La buscaba por las islas un equipo de especialistas encargado de dormirla con dardos y llevarla al rancho que había ofrecido un político local.

Para ese momento, la vaca fugada era llamada en la prensa la “vaca heroica” y se había vuelto un símbolo de libertad y ciudadanía.

“Huyó heroicamente”, escribió alguien en una nota de Facebook que se hizo viral: “Si todos los ciudadanos tuvieran su determinación, nuestro país cambiaría”.

Los especialistas en dormir a la vaca para salvarla la vieron varias veces, sin poder alcanzarla con sus dardos. Estaba flaca y triste, pero seguía asustada, huyendo de ellos.

Finalmente la tuvieron en rango para dispararle. Estaba muy inquieta. Necesitaron tres tiros para rendir su vigilia.

Cayó dormida, pudieron recogerla, llevarla a la orilla y subirla a un camión, pero la vaca murió en el camino.

“La libertad tiene sus costos”, concluye el autor del relato del Post, Rafal Kowalczyc. “A su manera triste, la muerte de esta vaca es una especie de victoria”.