La vacuna y quien la puso

La única buena noticia que México ha recibido sobre la pandemia es que quizá pueda ahorrarse varios meses de espera para tener, en dosis masivas, una vacuna

La única buena noticia que México ha recibido sobre la pandemia es que quizá pueda ahorrarse varios meses de espera para tener, en dosis masivas, una vacuna.

Visto el manejo de la pandemia del gobierno mexicano, la vacuna es la única esperanza de poner fin a la pesadilla de semáforos falsos y muertes reales en que andamos.

La posibilidad de tener la vacuna con meses de anticipación, no solo para México, también para América Latina, salvo Brasil, no ha venido del gobierno, sino de la anticipación y la acción oportuna del hombre más rico de México, Carlos Slim.

Si entiendo bien, lo que Slim ha hecho, a través de su fundación para la salud, es pactar con la farmacéutica AstraZeneca, que tiene en desarrollo una vacuna con la Universidad de Oxford, para empezar a producirla industrialmente antes de que la vacuna cumpla su fase tres de validación internacional.

La vacuna de AstraZeneca ha cruzado las dos primeras fases: pruebas en animales y pruebas en grupos humanos controlados. Le falta la tercera: pruebas en grupos grandes de varios países.

Slim ha puesto un capital de riesgo para que AstraZeneca empiece a producir industrialmente la vacuna con empresas de México y Argentina antes de que se apruebe la tercera fase, es decir, desde ahora. Si AstraZeneca no aprobara esa tercera vuelta, la inversión y la producción latinoamericana de la vacuna se habrían perdido.

Pero si la vacuna de AstraZeneca aprueba su tercera vuelta, como es probable, toda la producción mexicana y argentina, 180 millones de dosis en una primera fase, podría empezar a aplicarse masivamente de inmediato, quizá a principios de 2021, lo cual significaría varios meses menos de contagios y muertes: el fin anticipado de la pandemia.

No hemos visto al gobierno mexicano, ni al argentino, prodigarse en la explicación de cómo se alcanzó el trato, en qué consiste exactamente ni cuánto cuesta. Slim tampoco se ha esmerado en colgarse la medalla, pero si las cosas sucedieron como he descrito, la medalla es suya. 

Estudiar lo que hizo Slim podría ser instructivo para el gobierno, sobre todo ahora que se va a poner a comprar medicinas fuera de México, como si supiera.