Las campañas electorales

A la vista de la que seguramente será una aguerrida competencia

Con el inicio de las campañas, arranca la competencia por obtener más de 21 mil cargos de elección popular en todo el país, que culminará con las votaciones de junio próximo. Los partidos políticos, varios de ellos de reciente creación, rivalizarán, con candidatos de toda especie, por obtener el favor de los ciudadanos. Este año, en particular, la contienda tendrá características peculiares, impuestas por la necesidad de desarrollar las actividades de proselitismo y los comicios en medio de una pandemia cuyas alteraciones a la vida pública no llegan a concluir, y durante el transcurso de una singular campaña de vacunación.

A la vista de la que seguramente será una aguerrida competencia, el ciudadano común empezará a notar, en el transcurso de los siguientes días y semanas, la proximidad de la elección. Y empezará a ser el blanco del bombardeo constante y tupido de la propaganda, lemas, promesas, discursos, debates, señalamientos, pleitos y escándalos que, tradicionalmente, acompañan estos procesos.

Mientras ello ocurre, partidos y candidatos tendrán el enorme reto de acercarse a los electores, de entenderlos y de empatizar con sus anhelos y demandas. Tendrán que comprender, de inicio, que el ciudadano común lidia con problemas que le son urgentes y apremiantes. Y que demanda, a veces con una buena dosis de escepticismo, propuesta y soluciones para dichos problemas.

Hoy, a ese ciudadano le preocupa, ante todo, retomar las actividades de una vida productiva y medianamente normal. Le preocupan los ingresos que ha visto esfumarse en poco más de un año de inactividad económica. Le preocupa la vulnerabilidad que ha visto aparecer sobre su empleo, o recuperar el que ha perdido. Le preocupa, no solamente tener qué ofrecer al mercado para subsistir, sino que haya, afuera, quien compre lo que vende.

Le preocupan sus hijos, que cumplen también un año de realizar sus estudios en condiciones desacostumbradas y con un aprovechamiento de pronóstico reservado. Le preocupa el largo tiempo en que sus niños han estado sometidos a muy reducida actividad fuera de casa y al disminuido contacto con otros niños.

Le preocupa, por supuesto, su salud y la de su familia. Es un ciudadano que, o bien espera con ansia el acceso a una vacuna, o bien ha optado por asumir los riesgos de la enfermedad, con la intención de recuperar su vida normal.

Le preocupa la seguridad con la que pueda andar en las calles, sin ser asaltado, acosado, vejado o sin acabar en medio de una escena de violencia. Le interesa, por lo tanto, tener la confianza de que existe alguna instancia y servidores confiables que, ante un delito, estarán de su lado, con todo el compromiso y la eficiencia para atender y resolver su caso. Y le preocupa, por supuesto, saber que podrá ejercer, libremente, todos sus derechos, sin ser discriminado.