Las cápsulas del amor antes del COVID III

Este es el mes. Celebremos el amor y la amistad, pero hagámoslo recordando una sublime cápsula del amor puro y auténtico

Este es el mes. Celebremos el amor y la amistad, pero hagámoslo recordando una sublime cápsula del amor puro y auténtico. Fue más de una década en la que se escribieron quizá las más bellas canciones del bolero romántico, por los años veinte hasta los cuarenta o cincuenta; es toda una época en que la vida acompañó con sus vivencias a varios e importantes canta autores que retrataron las relaciones trágicas de amor, ya sea de su propia vivencia o que les llegaron a sus oídos como “Lágrimas negras”.

“Atiéndeme, quiero decirte algo, que quizás no esperes, doloroso tal vez”. En estas breves palabras se nota cómo es suplicante la forma en que él se dirige a su amada, lo que una vez que se hace público el mensaje o la carta hecha canción, se revela que es desde el lecho de muerte. Un bolero del que se dice, es una de las letras que encierra drama, pasión, enfermedad y muerte. 

“Nosotros”, tema que seguramente en alguna ocasión pudo usted haber escuchado pero que después de esta revelación, de no haberlo oído antes, lo hará más detenidamente y con mayor atención: “Escúchame, aunque me duela el alma, yo necesito hablarte y así lo haré”.

A pesar de que esta canción fue escrita en la década de los cuarenta, continúa siendo interpretada por los más variados artistas y valores. Está a pocos años para que se cumpla un siglo de haberse dado a conocer por la radio; seguramente seguirá presente en el gusto de nuevas generaciones, con nuevos intérpretes. 

“Nosotros, que nos queremos tanto debemos separarnos, no me preguntes más. No es falta de cariño, te quiero con el alma, te juro que te adoro y en nombre de este amor y por tu bien te digo adiós”. Pedro Junco, originario de la isla de Cuba, padeciendo una etapa histórica de la vida como suele ocurrir cada que nos invade una pandemia como la del COVID 19 en nuestro tiempo, en aquella ocasión correspondió a la tuberculosis empujar a la ciencia con los consabidos costos en vida de quienes la contraían, hasta en tanto se encontraban los remedios científicos y naturales que contrarrestaran sus letales efectos.  

En los comienzos de 1940, se le presentaron los primeros síntomas de la mortal enfermedad; para mediados de 1942, en medio de agotadores ataques de tos, escupió sangre. Recién cumplidos los 23 años, en abril de 1943, fue diagnosticado e ingresado en la clínica Damas de la Covadonga, en el barrio habanero de El Vedado. 

Días después, el 25 de abril, aproximadamente a las 10 p. m. se escuchó por la radio el estreno de su canción, interpretada por René Cabel, y falleció minutos más tarde. Ya en la fase terminal de la enfermedad, compuso la canción que le dedicó a su amada, una suerte de confesión, de despedida, de íntima conversación con ella. Con el tiempo, esta canción se convertiría en legendaria.

Ella pertenecía a una familia conservadora que no aprobó las pretensiones de un joven compositor bohemio con fama de seductor aventurero. Sus padres le prohibieron volver a verlo, pero como suele ocurrir, el amor tiene muchos caminos para el corazón. Se estuvieron frecuentando en citas secretas en las que vivieron un intenso romance, hasta que la tragedia hizo su aparición. Al escuchar aquella canción por la radio, corrió hasta el hospital, pero él ya había expirado. Cuántas historias nuevas que se quedaron en el camino por la pandemia del COVID en esta ocasión. ¿La habremos de conocer? Usted tiene la palabra.       ernesto_hdezr@hotmail.com