Las copias de los archivos que desaparecen en complicidades insólitas

Las copias de los archivos que desaparecen en complicidades insólitas

Nadie sabe dónde iremos a parar, pero todos sabemos que no podemos detenernos. Los políticos tabasqueños se llevan muy, pero muy mal, pero necesitan de su enemigo para seguir viviendo del tinglado de la eterna farsa y se ven precisados a cuidar a su enemigo, con la finalidad de que prosiga el combate. Entre ellos no puede hablarse de amistad, entendida como afecto puro y desinteresado, pero los discrepantes se necesitan y ya sabemos que la complicidad es un vínculo más fuerte que la amistad, que puede darse incluso entre rivales. La prueba la tenemos en la Cámara de diputados en donde, a pesar de que en público los protagonistas muestran un enfrentamiento desatado, en lo oscurito se aprueban las cuentas que no cuadran entre el debe y el haber, en las que todos tienen que dar explicaciones. En esta y las anteriores legislaturas se han dado las complicidades más insólitas que hoy aún permanecen ocultas porque, aunque parezca mentira, los archivos desaparecen conforme se deshace la legislatura. Aunque entre ellos se guardan copias y evidencias que sellan el silencio para siempre, y algunas caen en manos de periodistas y por tanto es de esperar que pierdan el anonimato en cualquier momento, el más apropiado. Los primeros de la clase no siempre son los más aptos para dirigir las aulas futuras. Están tan cerca de los profesores y de sus pizarras que nunca han oído el rumor de los bancos más lejanos y los audífonos de los políticos también necesitan perfeccionarse. ¡Qué mal se llevan estos señores de la parcelada tierra choca, después de habérselo llevado todo!. Hay muchos sinvergüenzas amateurs que aunque no tengan credencial de partido político alguno nadie les gana en afición a llevarse lo que no es suyo. Lo más difícil de perdonar son aquellos que no lo tenían todo, pero deseaban tener algo más. ¿Por qué roban los ricos? Ignoran que en el ataúd no cabe un cajero automático y que hay facturas que se disponen a cobrar las próximas generaciones que no tienen la culpa de nada, salvo de aceptar la herencia recibida. Ya lo he escrito y lo mantengo: La gente cada vez lleva peor que le roben. A pesar de tantos atracos no acaba de acostumbrarse a que le quiten lo que es suyo. Se muestra sumamente incómoda cuando le dicen “¡manos arriba!” ya que temen que se le caigan los pantalones. Ha tenido que apretarse tantas veces el cinturón que se ha quedado en calzoncillos y sabe que aunque el dinero no haga la felicidad de quienes lo tienen no debe de hacer siempre la desgracia de los que no lo han visto.