Leamos todos ustedes (I)
LA SECRETARÍA de Educación Pública -a nivel federal- y las instituciones estatales de educación en los estados hacen gran parte
ME PARECE muy sensato que se promueva la lectura. Qué digo sensato, inteligente. Qué digo sensato e inteligente. Me parece imprescindible, como un acto de sobrevivencia, literalmente. No con eso quiero decir que ya están resueltos todos los problemas de la naturaleza, y en esta de la sociedad, pero sí se le avanza en gran medida.
LA SECRETARÍA de Educación Pública -a nivel federal- y las instituciones estatales de educación en los estados hacen gran parte. Y con seguridad las de cultura. Y hay quienes la promueven desde la ciudadanía. Todas ellas -instancias de gobierno y ciudadanas- con un público distinto, y con el único fin: lograr que otras personas, de cualquier edad, color, religión, escolaridad, sexo, se sientan atraídos por los textos escritos.
CON LA LECTURA se tiene mayor y más amplia visión del mundo. Con la lectura el cerebro logra un mejor desarrollo para la reflexión y el análisis. Con el dominio mayor del lenguaje, que se logra con la lectura, las personas comprenden algo más la situación de la misma persona en la sociedad, -pobreza, miseria, maeginación, explotación, etc- y lo pequeño que es el individuo en el concierto del universo. Que no es poca cosa.
LA PALABRA "chocante" se utiliza en Tabasco como un regionalismo, y significa que la persona se cree mucho. Caes mal porque te sientes superior. O algo así. Seguramente los tabasqueños de nacimiento tienen una mayor precisión del término. Lo cierto es que hay una diferencia muy grande en su comportamiento entre quien lee y quién no. Y más allá de otras interpretaciones, en medida peyorativas, no tiene que ver -el leer o no- con lo bueno o lo malo de la persona, que al fin de cuentas son términos morales.
“YO NO LEO”, me dijo ufano un superior mío en la administración pública, al regalarme un libro grueso que le había regalado el autor, y que además venía autografiado. Sobre todo lo hacía orgullecido que no leía, sabía que yo sí, como para demostrarme, según él, que era más inteligente al estar administrativamente en un puesto de mayor jerarquía.
"Así que escribes, Toño", me dijo en otra ocasión.
EL QUE SABE y no lee como hábito es igual al que no sabe leer. Están en el mismo plano. El cerebro no se ejercita en el encuentro dichoso entre lector y escritor. Este hizo una parte importante al dejar por escrito sus creaciones en la literatura, filosofía o ciencia. El otro descubrirá cosas que no sabía, se informará de otros temas, y se dará cuenta que hay hombres que anhelan, piensan, sueñan y que lo plasman para otras generaciones.