Legitimidad para construir democracia

Legitimidad para construir democracia

Especialistas han coincidido que los comicios de 2018 serán los más controversiales y discutidos ante una falta de legitimidad democrática. Bajo esas premisas ¿qué tan preparados deben estar los ciudadanos por los resultados que se presenten? Habrá un foco de atención, sin duda, y lo más probable es que se concluirá en los tribunales electorales en la mayoría de los casos.

El gobernador Arturo Núñez Jiménez fue invitado la semana pasada por el INE, la OEA, la UNAM y la Secretaría de Relaciones Exteriores para estar en un foro donde se abordó el tema: "Legitimidad democrática después de las elecciones", junto a personajes como Héctor Schamis, académico de Georgetown, y José Luis Vargas, Magistrado del TEPJF.

El mandatario comentaba que existe responsabilidad de las autoridades electorales en la legitimidad democrática. Claro, porque son piezas importantes que tienen en sus manos la construcción de un extenso andamiaje político, pero, el cuestionamiento es: ¿qué tan legitimados están esos actores que conforman las instituciones involucradas en el proceso?

Mucho se ha dicho que carecen de prestigio, y como prueba están los pasados procesos ordinarios del Estado de México, Nayarit, Veracruz y Coahuila, lo que derivó en una falta de garantías para decidir de manera sólida un ganador.

Puntualizaba Núñez Jiménez que una baja participación ciudadana también es motivo de una deslegitimación democrática, así como el comportamiento de los actores políticos; y el aceptar o no la derrota puede ser una fuente de legitimidad o de ilegitimidad para la elección.

“Los resultados electorales pueden ser fuente de legitimidad democrática o no, a partir de la llamada legitimidad de origen, y la aceptación de la derrota implica que haya por lo menos dos elementos fundamentales para el funcionamiento democrático y su legitimación”.

Lo anterior depende igual de sus participantes, llámese candidatos, partidos o ciudadanos, aunque desde ahora, por moda, ya estarán programados, en caso de no alcanzar el triunfo, para declarar que las elecciones no son legítimas, y que se faltó a la democracia.

Y al parecer, legitimar la democracia es un ejercicio muy lejano en los partidos políticos, y en los propios actores que participan dentro de cada instituto, lo que conlleva a caer en una crisis, y sirve para denostar a los organizadores.

El gobernador abundó que es evidente enfrentar un desafío de legitimidad democrática después de la elección, independientemente de cuál sea el resultado, ganador o triunfador, de aceptación de la derrota o de la pretensión de gobernar sin las instituciones que se han construido, que si bien tienen ingredientes que han merecido desprestigio y desencanto entre la población, no se ha inventado algo mejor.

Entendamos que la democracia es un método para llegar al poder, y también es un método de cómo usarlo, y una razón de importancia es la participación ciudadana, pero también con responsabilidad, transparencia con rendición de cuentas para evitar corrupción en la gestión gubernamental.

El proceso de legitimación de la democracia es un ejercicio que continuará fortaleciéndose para que no caiga en lo caduco ni en la invalidez, y una de sus pruebas será el 2018.

PARÉNTESIS

EL CONSEJO estatal de Partido de la Revolución Democrática (PRD), aprobó ir en alianza con la mayoría de los institutos políticos rumbo al proceso electoral 2017-2018, menos con el Partido Revolucionario Institucional (PRI). 

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