Liberales vs el BOA conservador

Dos visiones dominan el debate político en nuestro país: el neoliberalismo y la Cuarta Transformación que, en las pasadas elecciones de junio de 2018

Dos visiones dominan el debate político en nuestro país: el neoliberalismo y la Cuarta Transformación que, en las pasadas elecciones de junio de 2018, alcanzó la hegemonía política mediante un triunfo amplio y contundente en la presidencia de la república, con más de 30 millones de votos que representaron el 53% de la votación, además de la mayoría de los asientos en ambas cámaras del congreso federal y en 19 congresos locales.

Se puede decir que la confrontación política de estas dos visiones tiene su origen desde la participación del Frente Democrático Nacional en las elecciones federales de 1988, lanzando a Cuauhtémoc Cárdenas como candidato a la presidencia de la república, para enfrentar al candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari. Elección que, luego de la “caída” del sistema de conteo electrónico de votos, hizo tan visible el fraude electoral que, si bien abrió las puertas de la democracia reclamada por amplios sectores de la sociedad, el PRD y el PAN, puso al frente del país al principal privatizador de las empresas públicas y denodado impulsor del neoliberalismo criollo.

El desarrollo democrático que permitió la alternancia en el poder presidencial con la victoria panista y empresario Vicente Fox, en el 2000, no significó el cambio abrigado por una franja importante de sus electores. Al contrario, las políticas neoliberales continuaron y la transformación del país quedó en suspenso. En 2006 se señaló un nuevo fraude electoral, en tiempos de un IFE ciudadanizado, que colocó contra la pared a nuestra incipiente democracia, evidenciado la extraordinaria y poderosa fuerza de los intereses creados por el sistema neoliberal. Del regreso del PRI en 2012, solo basta decir que el capitalismo de cuates, los privilegios en el sector público y privado, la creciente corrupción e impunidad, la inseguridad, etcétera, etcétera.., contribuyeron al hartazgo de la población con un modelo económico excluyente que únicamente logró fabricar una pequeña élite de supermillonarios, una enorme cantidad de pobres y una profunda desigualdad social. México se polarizó.      

Tuvieron que pasar 30 años de lucha, difundiendo a ras del suelo las nuevas ideas y propuestas para superar las barreras impuestas por un aparato político, ideológico y económico que supo aprovechar la necesidad e ignorancia de la ciudadanía para mantenerse en el poder. Fue larga y sinuosa la lucha, en espera de que las condiciones sociales aflorara  para que el proyecto de nación de las izquierdas pudiera cuajar.

Hoy, la gran transformación está en marcha desde el 1 de diciembre de 2018, destacando: el combate a la corrupción y la impunidad, la austeridad republicana, los programas sociales, la cancelación de privilegios a la iniciativa privada nacional y extranjera (impuestos, concesiones y convenios), el recorte del gasto en publicidad, el desarrollo del sur-sureste con grandes proyectos de infraestructura, el incremento sin precedentes del salario mínimo y la democracia sindical, la separación del poder político del económico, el rescate de los sectores económicos estratégicos (Pemex y CFE).

Las propuestas transformadoras para edificar una sociedad más igualitaria han cimbrado los grandes intereses de la élite empresarial y de la derecha política. Las inversiones privadas se han reducido y se financia, directa o indirectamente, los sistemáticos ataques (que rayan en las nimiedades y las ofensas) de los medios de comunicación al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), para tratar de recuperar sus privilegios, sobre todo ahora que la pandemia del Covid-19 ha venido a complicar, aún más, la evolución de la Cuarta Transformación de la vida pública del país (4T).

Los conservadores quieren aprovechar al máximo la difícil situación que priva en el país para echar a andar su agenda electoral, pensando que la 4T va a sucumbir ante el impacto de las crisis de salud y económica. Se observa como las agendas de los distintos partidos opositores, la cúpula empresarial, algunos grupos sociales y “líderes” de opinión que destilan odio hacia AMLO, coinciden en el objetivo del “supuesto” Bloque Opositor Amplio (BOA) de ganar la mayoría de la cámara de diputados federales en 2021 y tumbarlo en el 2022 mediante la revocación de su mandato. Por lo pronto tenemos la convocatoria de Marko Cortés, dirigente nacional del PAN, al PRD y al Movimiento Ciudadano para formar, desde ahora, una alianza electoral, rechazada por el dirigente de este último partido, y el posicionamiento en “defensa de la libertad” de los gobernadores del PAN.

Por eso, AMLO, con el sentido político que le caracteriza, se adelantó a este tipo de manifestaciones electorales para que los actores políticos, productivos y sociales definan su posición, esto es, si son liberales o conservadores que, como es costumbre, ha recibido innumerables críticas del BOA.