Lo que la gente espera de AMLO y su equipo

Lo que la gente espera de AMLO y su equipo

Transitar hacia una cultura política democrática, honesta y transparente resultará una labor titánica luego que las formas de gobernar marcaron toda una era del sistema político – económico, que los más críticos ha calificado con un catálogo en la explotación, el abuso, la corrupción y el uso electoral del pueblo de México. La transformación ofrecida, y reclamada, indudablemente tendrá que ser apoyada por un poderoso mecanismo informativo y de concientización serio y pragmático. En asunto es si se hará desde la Presidencia, desde el partido en el poder o desde la sociedad. O una combinación de todas.

Si bien el Presidente de la República electo, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), mantiene vigoroso su discurso de combatir la corrupción, es propicio prever la obligada corresponsabilidad de los nuevos funcionarios que se integrarán al aparato de gobierno. Lo contrario sería la contraparte y la falla que distanciaría al ciudadano con las ofertas reivindicativas y regeneradoras que contempla en lo que llama la Cuarta Transformación de la República.   

Muy cuidadoso tendrá que ser AMLO para que su equipo no erosione la divisa moral del movimiento, tal vez lo más fuerte de su liderazgo es la promesa de combatir la corrupción política y de los políticos en el poder. Entiendo que el reto es regresar la ética, la moral y la vergüenza a los hombres que han tenido la experiencia de gobernar y que han manchado con actos corruptos el nombre de las instituciones. Lo deseable es servir desde una posición seria y de respeto en el oficio de gobierno en esa relación natural de funcionario público a secas y sin privilegios.

Sin súper salarios, sin diezmos, sin becas especiales, sin bonos irregulares, sin pagos de  lujos, compensaciones debajo de la mesa, vehículos nuevos, etcétera.  Nada más allá de lo que justifiquen sus propias funciones. Que siempre sí tengan servicios médicos en las instituciones públicas, que cobren sus aguinaldos que señalan sus contratos colectivos. En serio, no es que sea egoísta, pero ya estuvo bien que se eroguen cuantiosos recursos para agradar a recomendados o a militantes del partido que en la peor de las veces no desempeñan bien su trabajo.

Parte sensible de la administración a lo que podemos denominar la cultura política arraigada en todas las áreas de los tres niveles de gobierno. En honor a la verdad hasta este 2018 ningún partido puede decir que estaba libre de esta lacra heredada por el sistema político, que en alusión a lo dicho de le reforma educativa  por la profesora Elba Esther, “se desplomó” el pasado 1 de julio.  Un sistema desplomado y cuyos escombros están en todos lados.  Hasta en Morena, donde habrán de realizar una limpia y verdadera regeneración.

ABANDONAR LOS EXCESOS

Decía que el reto de derribar la cultura del abuso, del cohecho, del autoritarismo, etc, etc, supone el transitar hacia mejores niveles de una democracia sustentada en la corresponsabilidad a partir de la siguiente fórmula: hombres de partido- políticos formados como servidores públicos, y ciudadanos educados en la civilidad, construidos a partir de los postulados que establecen todos los partidos, pero que no cumplen.

El modelo que promueve AMLO como su proyecto antisistema denominado “La cuarta transformación del país”, podría llegar tarde en su sexenio y tendería a diluirse en los quisquillosos niveles medios y menores de la autoridad si la información no aterriza y si el ejemplo de gobierno no es claro y comprensible. O si es claro pero se topa con la simulación.

Esperemos, y exijamos, que se gobierne de acuerdo a los planteamientos anticorrupción prometidos por el paisano que a partir del primero de diciembre asumirá la titularidad del Poder Ejecutivo federal.    

¿Cómo entender la cultura y el comportamiento real del nuevo funcionario morenista? La respuesta la divulga el propio AMLO: todo funcionario, ahora denominado “servidor del pueblo”, hará su trabajo buscando y obteniendo resultados positivos, cobrará el salario que le fije el Estado (a cargo igual-salario igual), gozará de vacaciones, no dispondrá de protección especial en caso de acusaciones fundamentadas por el mal uso de sus facultades y recursos, o contra acusaciones del orden civil, penal y mercantil con particulares, etc, etc. Al concluir su encargo retomará sus actividades u profesión a la que se dedica, sin pagos extras. Todo esto hay que actualizarlo para efectos de contar con instrumentos legales y aceptados, y se convierta en conducta institucionalizada.