López Obrador, el PIB y el bienestar social; acción de gobierno, mejorar la calidad de vida

Un enfoque integral de la economía; crear riqueza y distribuirla

CUANDO el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que conceptos como “crecimiento” y “Producto Interno Bruto” (PIB) deberían entrar en desuso, porque era necesario hablar de “desarrollo” y “bienestar”, hubo una andanada de críticas; algunas con la mejor intención, pero otras enmarcadas en la permanente cacería de lo que consideran gazapos del mandatario. “No sabe de economía”, fue lo menos que dijeron. Pero al parecer andaban atrasados de noticias.

A principios de este año, el economista y especialista en finanzas públicas Firdaus Jhabvala Marshall explicó que los gobiernos desde la época de los Borgia y los Médicis (a finales del 1300 y principios del 1400 en la vieja Europa) ya utilizaban la doble contabilidad de los ingresos y de los egresos. En las naciones modernas, en las empresas, se tienen las cuentas de lo producido y las cuentas del ingreso de las personas. El Producto Interno Bruto y el Ingreso Interno Bruto.

Esto ocurre, nos decía, en nuestro vecino Estados Unidos…pero no en México. Aquí, las cuentas nacionales son incompletas, porque sólo tenemos el PIB, pero además sin posibilidades de comprobar sus datos.

ECONOMÍA A RAS DE SUELO

EL DEBATE del PIB parecería asunto de especialistas y que no tiene ninguna repercusión en la vida de la gente común. Pero no es así, porque de acuerdo a lo explicado por Jhabvala Marshall conocer la otra cara de la moneda, el ingreso real de la población, permite medir el bienestar reflejado en calidad de vida: salud, educación, vivienda, comunicaciones, etcétera.

Dijo el presidente López Obrador a finales de mayo que presentaría la propuesta de un índice “alternativo al Producto Interno Bruto”, en el que se registraría el crecimiento económico “pero también bienestar, también grados de desigualdad social (...) y otro ingrediente en este nuevo paradigma (será) la felicidad del pueblo”.

Anunció que convocaría a matemáticos, economistas, sociólogos, antropólogos y muchos más especialistas para construir el nuevo índice. Sería parte de la “nueva normalidad” o “nueva economía”.

Y esto ya se hace, pero no en México donde la lupa que persigue al gobierno busca señalar si aumentó o disminuyó el PIB, con lo que pretenden medir su desempeño…no el de las empresas.

En una nueva conversación con Jhabvala Marshall, quien ha sido asesor financiero en varios gobiernos, comenta que precisamente lo que califica a los gobiernos no es el PIB en sí mismo, porque el objetivo de la economía no es producir solamente sino que haya una distribución de ese producto. Tenemos que saber quiénes recibieron los beneficios.

Pero como le decía, esta no es una discusión abstracta, sino que conocer cómo están los niveles de bienestar permiten valorar la acción de gobierno; saber si lo que hace una administración pública nacional, estatal o municipal, se reflejó en una mejora de la vida de las personas.

Comenta el también consejero de organismos internacionales: “Es necesario medir el bienestar no la producción; el PIB no es un asunto menor, pero para incentivarlo hay políticas como la fiscal, monetaria, tasas de interés, etcétera; en la discusión del bienestar debe estar saber qué hace el gobierno para esos mexicanos que no tienen comida, que no tienen salud. Qué hace para la nación, no para que un grupo se haga millonario; eso no es tarea del gobierno”.

El tema, como usted ve, dará mucho de qué hablar porque va al fondo del modelo. Lo importante es saber por qué, en más de 30 o 40 años de políticas “contra la pobreza”, en México el número de personas sin patrimonio y sin lo básico siguió creciendo.

IMPREVISTOS Y REZAGOS

HOY está el presidente López Obrador en Tabasco. Existe una situación imprevista y que ha impactado especialmente a la población de esta región: la epidemia del COVID-19. No sólo porque es una de las entidades con mayor incremento de contagios (hoy cerraremos con más de 5 mil casos positivos) y de letalidad del patógeno (un total de 610 fallecidos), una dinámica que sigue en aumento, sino porque al rezago en el empleo e ingresos de la población se sumó la necesaria parálisis de las actividades productivas.

Al inicio de su administración AMLO decidió dirigir recursos hacia obras como la refinería de Dos Bocas, en Paraíso, y la ruta del Tren Maya, así como el incremento de la actividad petrolera. En el terreno social productivo también Tabasco tiene un trato especial en el programa “Sembrando Vida” y las becas para jóvenes.

Seguramente las críticas circunstancias llevarán a profundizar y ampliar programas enfocados a la producción agropecuaria, sobre todo para garantizar el autoconsumo y el abasto del mercado local. Ayer le comentaba en este espacio del impulso a la construcción como mecanismo de empleo masivo de mano de obra local; la “nueva normalidad” llevará poner énfasis en la denominada economía de traspatio –ya conocida por los tabasqueños- y concretar la reorganización de los centros integradores.

AL MARGEN

EN LA SEGUNDA década del siglo XXI los pobladores de las zonas bajas siguen padeciendo como a principios del siglo pasado. ¿Qué ha sido de las costosas obras para protección contra inundaciones?, en los simuladores técnicos que realizaron los ingenieros –suponemos-, ¿se tomó en cuenta el impacto social del “reparto” de agua? Recordemos: cada desastre nos empobrece y nos hace más vulnerables. (vmsamano@hotmail.com)