López Obrador, entre el qué y el cómo: fines y procedimientos, carrera de tiempos

López Obrador, entre el qué y el cómo: fines y procedimientos, carrera de tiempos

 

* Diagnóstico de país: el “qué” atinó al centro del problema

* Los “cómos” que dividen: política torcida por las formas  

* Clave para: funcionamiento institucional con resultados

HACE UNOS días se especulaba sobre los posibles cambios en el gabinete presidencial, a la vista del primer año de gobierno. Lo mismo ocurre en el caso de los gobiernos estatales, al cierre del ciclo anual como en Tabasco. También se han publicado diversas consideraciones sobre por qué si y por qué no se darían tales relevos. Lo fundamental es que ocurran para el mejor cumplimiento del proyecto de transformación, no sólo por la coalición política que lo propone sino porque el país requiere certidumbre.

El primer año de gobierno de AMLO se resume en la batalla entre el QUÉ y el CÓMO. Al Presidente no se le regatea el ‘qué’ de las políticas implementadas, mientras que los ‘cómos’ dividen a la opinión pública. López Obrador, que asumió la Presidencia con legitimidad incuestionable, une mediante el QUÉ y polariza mediante el CÓMO. En la arena política 2019 ha sido un año paradójico.

El segundo año de gobierno arranca el 2 de diciembre y tendrá la reafirmación del QUÉ. No es seguro que presente un reajuste en los CÓMOS, vistas por ejemplo las formas de MORENA en el senado para designar titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Una confusión innecesaria y desgastante.  Ejemplo de cuando el cómo empaña el qué.

DIAGNÓSTICO VS IMPLEMENTACIÓN

LÓPEZ Obrador, estratega notable de comunicación política, casi siempre sitúa la agenda/diagnóstico del nuevo régimen en el centro de la discusión pública y la narrativa mediática. Ese diagnóstico detectó los problemas centrales de México a través de una lectura crítica de la época contemporánea. La sopa neoliberal no fue engullida por la izquierda mexicana que, agrupada en el Partido/Movimiento/Coalición de Morena, se convirtió en el principal polo opositor desde 2015.         

Si nos atenemos al diagnóstico de país que comenzó con las propuestas de la campaña presidencial en 2018, se observa un QUÉ viable, audaz y consecuente en su rechazo al modelo de gobierno neoliberal. En ese ‘qué’ de recuperación histórica del nacionalismo juarista y cardenista, con derivados estratégicos por área, la ciudadanía encontró la opción política de su preferencia porque enarbolaba quejas veraces y daba cuerpo a propuestas de justicia social, luego de 30 años de estancamiento económico y democracia sin bienestar. Comentaristas no afines a AMLO lamentan que ‘la realidad se alineó con la visión sociopolítica de Morena’. Lamento sin base: como si la realidad no fuese construida por actores públicos, sobre todo por quienes detentaron el poder durante 36 años. La pregunta lógica es: ¿cómo fue posible que los gobiernos previos no construyeran una realidad social que se resistiera a las propuestas de la izquierda que encabezó AMLO por tres sexenios? Tenían el poder y los recursos, sobre todo entre 2000 y 2014 con el segundo boom petrolero, para generar bienestar y paz social. Eligieron, en cambio, el saqueo a las arcas, mientras los medios de mayor cobertura –vía 6 mil millones de pesos anuales de contratos publicitarios-, valoraban avances democráticos formales y defendían con brío a las élites. De ahí surgió el principal QUÉ de AMLO: terminar con la corrupción.    

Véase una lista de ‘qués’ de la llamada 4T: ‘por el bien de todos, primero los pobres’, ‘no al neoliberalismo de pocos’, ‘sí a la pacificación, con cambio de estrategia’,  ‘sí a revertir la reforma energética y otorgar papel preponderante a Pemex en la economía nacional’, ‘no a la reforma educativa que excluye la visión de los maestros’, ‘sí al desarrollo regional y diseño de seguridad por regiones’, ‘no a la represión gubernamental sobre movimientos y organizaciones sociales’, ‘combate frontal al huachicol y freno a gasolinazos,’ así fue como empezó el sexenio de AMLO en diciembre de 2018. Un primer ‘qué’ de impacto nacional, que pintó con energía su raya frente a la discrecionalidad gubernamental de antaño en materia de uso/abuso de hidrocarburos y recursos energéticos.

Se pueden expresar duras y diversas críticas sobre el primer año de gobierno de la 4T en cuanto a los CÓMOS. Pero hay mezquindad política cuando se le regatea a la izquierda gobernante su acierto en el diagnóstico del ‘qué’.                       

SUBE Y BAJA DEL CÓMO  

Por supuesto: la política es implementación de acciones, no sólo diagnóstico adecuado. En el ‘déficit’ de AMLO y la 4T se encuentran protocolos jurídicos, institucionales, técnicos y procedimentales para articular el QUÉ de sus políticas. Las fallas principales: 1) no hay una estructura gubernamental que facilite la articulación de acciones y 2) subsiste una cultura política de izquierda que desconfía de la democracia en sus formas.

AMLO pidió tiempo, un año más, para presentar resultados significativos. Le asiste razón política, vista la reestructuración gubernamental que tuvo que emprender por áreas. Intuición: si no se atienden de modo incluyente los CÓMOS, estaremos ante la disminución sensible del nivel de gobernabilidad. Se acaba el tiempo y veremos en el 2020 qué tanto se comprende el propósito. Y cuántos verdaderamente lo comparten.

AL MARGEN

SER RECTOR universitario no es un cargo de elección popular, sino una distinción académica, afirmó Guillermo Narváez, titular de Educación, quien ayer compareció ante los diputados, también acudió al Legislativo Jorge Suárez, titular de la Sedafop. Coincidentemente, dio su primer informe la directora de Ciencias de la Salud en la UJAT, Carolina Martínez, también aspirante a la rectoría.

  (vmsamano@hotmail.com)