Los pesos pesados, los contrapesos, y el miedo a lo desconocido

Los pesos pesados, los contrapesos, y el miedo a lo desconocido

No es que nos falten palabras para definir a los aspirantes a la gubernatura en el 2018, es que nos sobran oradores. Me resisto a enumerarlos porque en el espacio de tiempo que necesite para hacerlo posiblemente se acumulen uno o dos más y es tarea inútil. Pero eso es bueno. Entre los partidos tradicionales, las posibles coaliciones y los independientes, podemos hacer un coro de voces que aunque no son armoniosas nos definen como pueblo en su generalidad y con los matices apropiados. Lo que si se aprecia es que están divididos entre los que creen que la crisis política del estado se puede traspasar de forma casi inmediata con nuevas actitudes y proyectos y los que ven los problemas a largo plazo para su resolución. Lo que demuestra que antes que un animal racional o inconsolable el ser humano es irreparable. Solo queda esperar los partes de la guerra política interna en los partidos políticos para conocer lo de siempre, lo que ya sabemos: Que el primer cadáver será la verdad. En todo caso es gratificante ver como actores políticos de larga trayectoria como el perredista de hueso colorado, Fernando Mayans, el activo senador que posiblemente sea el más prolífico que hemos tenido en los últimos tiempos legislativamente hablando, conserva toda su frescura y sus esperanzas y no ceja en el intento legítimo de aspirar a gobernar Tabasco. También da alegría ver al priista Nicolás Bellizzia fiel a su partido que naufraga, lo que le hace crecer como persona y como político. Hemos llegado a un extremo en el que nadie puede ser feliz sin tener angustia vital. Por eso los pesos pesados, los que creen que ya tienen la candidatura en sus manos, están intranquilos y acuden a los contrapesos económicos: porque digan lo que digan todavía no hay nada para nadie. Quien no sienta, de vez en cuando, miedo a lo desconocido, carece de imaginación…Si alguien se dedica a la política debe contar con enemigos leales y no fiarse de los amigos, que son demasiados. Dan un paso más hacia el abismo que separa a los que tienen mucho, o tienen algo, y a los poseedores de nada de nada.