Los políticos creen que los pobres somos tontos

Los políticos creen que los pobres somos tontos

El combate electoral va a estar muy igualado según los pronosticadores, que sólo aciertan cuando adivinan el pasado. El que lleva ventaja, y es el más cauto entre los zahoríes, es el morenista Andrés Manuel López Obrador, que es el que a pesar de manejar más datos se fía menos de quienes se los suministran, y hace muy bien. La Navidad está viniendo y todos sabemos cómo va a ser, aunque las pastorcillas sean buenas. Puestos a prometer, a una candidatura es muy difícil ganarles por puntos, pero por si hubiera alguna duda han incrementado las visitas a colonias y rancherías porque el tiempo se les acaba y en diciembre ya tienen que saber quien quedó dentro y quien se quedo en la cuneta. Somos como niños, pero no como retrasados mentales. No todos los calvos se compran unas tijeritas a la vez que adquieren un específico donde se advierte que si se observa un excesivo crecimiento del cabello hay que suspender por unos días lo de echarse unas gotitas, no sea que el flequillo pueda impedirle la visión a quien antes tenía menos pelos que una bombilla. El ser humano no es un animal racional, ni un animal inconsolable, como creía el gran Saramago, sino un animal crédulo. Cuando estamos sin liquidez alguna, y galopa la amenaza de miseria en Tabasco, la embustera y necesaria esperanza hace posible que el timo de la estampita, ya sea política o religiosa la estampa, siga dando grandes derechos de autor. Ocurre que el dinero, aunque sea en sencillo, sigue agradando a todos, incluso a quienes lo han acumulado desproporcionadamente. Cuando un periodista le dijo a Bárbara Hupton, que era una de las mujeres más ricas del mundo, para iniciar su conversación: “partiendo de que el dinero no hace la felicidad”. Ella le interrumpió. “¿Quién le ha dicho a usted esa tontería?”. Los políticos, creen que los pobres somos algo tontos, pero todos nosotros sabemos que lo peor de la crisis no es lo que nos queda por ver, sino lo que nos queda por oír. Los oradores son unos pelmazos.