OPINIÓN

M.A.G.A.
04/07/2025

La narrativa que apela

A traer de regreso un supuesto liderazgo nacional en toda América, y mundial, a través del restablecimiento de una visión hegemónica acerca de cómo cree que debe funcionar el mundo y la correlación de fuerzas en el ejercicio del poder en un concierto global de naciones, combinada con la idea de un orgullo patriótico por la "nación fuerte", -al tiempo de intentar revender el modelo de estado de bienestar posterior a la segunda guerra mundial, inexistente -por cierto- para un gran sector de ese país-, se contrapone con su realidad interna y especialmente con la externa, pues hoy hay más actores con fuerza para liderar sectores cruciales de una política que le dé nuevo rostro al mundo.

"Make America Great Again" o "Hagamos que Estados Unidos vuelva a ser grande" evoca un pasado que podría describirse como mítico.

Primero habría que delinear con claridad ¿qué es lo que el presidente norteamericano considera como "grande"? y especialmente establecer ¿cuál es el momento en la historia de ese país que su actual presidente considera como "grande"?

No soy especialista en geopolítica, pero lo que acabo de escribir es -me parece- de comprensión básica al observar el lamentable comportamiento de un presidente que actúa ante el mundo como el niño buleador del Colegio que sale al patio de recreo a fastidiar a sus compañeros que no se meten con él, no respeta opiniones de nadie y menos le preocupa que sus comentarios puedan dañar relaciones diplomáticas, hoy puede declarar cualquier cosa sobre temas tan álgidos para el mundo y a unas horas sostener el argumento en contra, no podemos estar ciertos que lo que diga ante un micrófono delante de medios de comunicación nacionales y extranjeros sea realmente lo que piensa hacer sobre el tema de que se trate, por tanto se vuelve hasta peligroso atender a expresiones que parece podrían desatar una escalada bélica entre países y eso se vuelva un precursor de un enfrentamiento militar mayor que nadie en el mundo quiere ver hoy. Las guerras solo traen muerte, destrucción y grandes atrasos económicos para los países que participan, especialmente para quienes pierden, porque son esos momentos donde países de pensamiento y actitud imperialista aprovechan la ocasión para hacerse de los recursos de esos países. ¿Eso es devolver la "grandeza" a Estados Unidos"?

Hace varios años vi "Pastoral Americana" una película de ficción, cruda pero recomendable desde mi opinión, basada en una de las novelas de la trilogía del judío Philip Roth que lo llevó a ganar del Premio Pulitzer en 1997; la expresión "pastoral" en este contexto se refiere a un género literario que idealiza una vida sencilla y rural de la década de los años 60s, momento de gran agitación social, contrastada con la complejidad de la vida "moderna"; es a partir de esa idea que el autor enfrenta a los lectores con la idea de la desilusión del "sueño americano".

Josep Fontana escribe en EL SIGLO DE LA REVOLUCIÓN y cito: "En la cultura norteamericana de los años de la depresión coexistieron la toma de conciencia de quienes se daban cuenta de la fragilidad del sueño americano, y la demanda de evasión de los millones de ciudadanos empobrecidos que deseaban olvidar las miserias cotidianas... Fue la época dorada de Hollywood como fábrica de sueños, potenciada por la adopción del sonido, con las primeras películas musicales... se producían menos libros por la crisis, pero se leía más, ya que la gente los tomaba en préstamo de las bibliotecas públicas. Querían leer libros que los ayudasen a ser felices. Obras como La vida comienza a los cuarenta o Vive sola y disfrútalo, acerca de los problemas de las mujeres abandonadas por maridos arruinados, tuvieron un gran impacto...". Por supuesto, este momento describe al menos 40 años atrás en la historia de los Estados Unidos pero su realidad sigue siendo la misma.

Las guerras, como enseñan la historia y obras como Pastoral Americana, no traen de regreso las "grandezas": traen muerte, pobreza y ocasiones de expoliación por las potencias que aprovechan la crisis ajena. En su novela de Philip Roth, el "sueño americano" colapsa cuando la hija del protagonista se radicaliza y comete un acto violento contra su propio país, demostrando que la utopía pastoral de los sesenta se desmorona ante la realidad de las luchas sociales y políticas de cualquier época.

¿Cómo entender entonces el gran apoyo que aún conserva el presidente Trump a pesar de las decisiones que está tomando en distintos temas? Claramente al ciudadano norteamericano le aquejan temas que su presidente aborda de manera directa y sin filtros, con un lenguaje sin matices y apelando siempre a expresiones absolutas, no es el discurso político tradicional que cuida las formas procurando ser correctos en todo lo que se dice para al final no decir nada, no, el lenguaje trumpista suena auténtico y hasta honesto; otro aspecto creo es la imagen que busca proyectar del líder fuerte en contraposición a su constante crítica a su antecesor a quien a pesar de estar muy enfermo no deja de bulear; Trump vende bien la idea de un pasado que fue mejor, una especie de nostalgia acompañada de la imagen de un líder fuerte, muy masculino, que no pide disculpas por sus desplantes pues ha llegado a restaurar la antigua grandeza nacional, todo eso combinado con el deseo del ciudadano norteamericano de seguridad económica y orden social frente a la incertidumbre indiscutible del momento.

El movimiento -si es que puede llamarse así- MAGA, puede entenderse como un deseo de reconstruir un pasado que se asume dorado, pero que al tiempo ignora conflictos estructurales; nacionalismo exacerbado que excluye a otros internos y externos; la idea de reconstruir sin enfrentar errores históricos y tensiones actuales; la voluntad de imponer una hegemonía de actuación y pensamiento o primacía global acompañada de una retórica de "cooperación" a golpe de aranceles; entre otras medidas como utilizar a la fiscal general para fustigar a un país que está dando resultados en todos los frentes; todo en el corto espacio de tiempo que dura el "receso escolar" del presidente Trump.




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