Que le vaya mal a México

Que el país se hunda, que la economía colapse, que la campaña de vacunación fracase

Que el país se hunda, que la economía colapse, que la campaña de vacunación fracase, que la relación con los Estados Unidos se fracture, que el tratado de libre comercio se venga abajo, que se paralicen las grandes obras de infraestructura, que las instalaciones estratégicas, como el Aeropuerto de la CDMX, fallen, que reine el caos, que nada contenga la violencia, que se produzcan más feminicidios y se vuelvan más violentas las protestas en las calles, que se pierda la disciplina de fuego y se rompan los protocolos de uso de la fuerza para que queden unos cuantos cadáveres tendidos en las calles, que mate el crimen organizado a más periodistas, eso desean, a eso aspiran los opositores.

Que todo eso suceda de golpe y antes del 2024 quieren, y en eso, solo en eso, en que le vaya mal a México y a las y los mexicanos, cifran los conservadores sus únicas esperanzas, de recuperar el poder.

Y quieren también que la sequía se extienda y que los huracanes golpeen con dureza extrema los litorales y quieren hambrunas y desempleo masivo y plagas en los campos y enfermedades en los cuerpos.

Desgracias quieren para este país y para sus pobladores a los que consideran merecedores, por ignorantes, por haberse dejado engañar por un populista, por un dictador, de los más grandes y apocalípticos castigos.

Imaginar catástrofes, predecirlas, compartir con otros, tan resentidos como  ellos, sus pronósticos; esperar las tragedias con ansia les alienta; hace que, al menos en su imaginación, cuadren lo que les dicta su resentimiento, su racismo, su clasicismo, su xenofobia con esa realidad que, al mismo tiempo que les contradice, les repugna.

Sin ideas ni propuestas

Sin un programa político y sin dirigentes capaces de convencer a una población a la que en el fondo desprecian, la oposición está solo a la espera de que las catástrofes -ya que no le alcanzan para eso los abogados, jueces y consejeros electorales que tiene en el bolsillo- le hagan el trabajo sucio y le arrebaten a Andrés Manuel López Obrador esa base social que, a juzgar por lo que dicen las encuestas y por lo sucedido en los últimos comicios, ha crecido y se fortalece, con el paso del tiempo, en lugar de reducirse y cambiar de signo.

Que le vaya mal a México -y que eso suceda antes, incluso, de perder sus dos últimos bastiones; Coahuila y el Estado de México- es la última esperanza de una oposición que aún no entiende ni siquiera porque fue derrotada en el 2018 y luego en el 2021 y otra vez, de nuevo, en el 2022.

De una oposición que se rehúsa a admitir la naturaleza del cambio de régimen que, en este país se está produciendo y piensa que aquí, las y los mexicanos, votamos sólo por hartazgo.

Qué es una dictadura, dicen, la de López Obrador, cuando pueden hacer lo que les da la gana, manifestarse como y cuando quieren.

Qué aquí no hay libertad de prensa gritan, sin que nadie les quite ni una coma, a los escritos de los columnistas o coaccione o compre a las y los presentadores de noticias de radio y Televisión.

Que nos despeñaremos en el comunismo insisten empresarios a los que nadie amenaza con quitarles sus empresas.

En esta visión apocalíptica coinciden desde los más ilustrados de los intelectuales hasta los fanáticos más lerdos e ignorantes de la derecha conservadora.

Unos a otros se alimentan y así van, sin rumbo, creyéndose sus propias mentiras.

Mal habrá de irle a ellas y a ellos; víctimas serán de su propia rabia y de ese desprecio que sienten por la gente que, en este país, en las urnas, consciente y dignamente, se decidió por una transformación, pacífica, profunda y en libertad.

@epigmenioibarra