Más vale bueno por conocer que malo conocido

El “Síndrome de Costos Perdidos” del que les hablaba hace unos días para explicar la tremenda aceptación de AMLO entre los ciudadanos encuestados

El “Síndrome de Costos Perdidos” del que les hablaba hace unos días para explicar la tremenda aceptación de AMLO entre los ciudadanos encuestados, se ha puesto en evidencia ahora en otro terreno, en las recientes elecciones de Hidalgo y Coahuila en donde ganó el PRI, partido que se ha venido manteniendo en el poder desde hace muchos años en esas entidades. Ahí los electores se negaron a renunciar a un proyecto político al que le habían invertido muchos años. Al igual que podría hacerse con un negocio después de un tiempo razonable, a pesar de que no rinde frutos o te mantienes en una relación de mucho tiempo a pesar de no estar satisfecho o después de un año o dos descubres que ingresar a esa carrera universitaria no fue la mejor decisión, pero como ya le has dedicado algo de tiempo, te “obligas” a terminarla. A veces “sale más caro el caldo que las albóndigas”. La “lógica” detrás de estas decisiones es “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Si te riges por esta “lógica”, te concentras más en lo invertido que en las ganancias potenciales si comienzas un proyecto más prometedor, buscas una pareja más adecuada o cambias de carrera universitaria. Así, este tipo de decisiones te hacen pagar un precio mayor: pérdidas financieras y frustración por un negocio poco redituable; años de insatisfacción con tu pareja y pérdida de tiempo de vida; apatía en los estudios e imposibilidad de descubrir tu pasión. Cuando se cierra una puerta se abren mil ventanas y permaneces con lo malo conocido porque, igual que a los demás, te disgusta perder o aceptar un fracaso. Te cuesta aceptar la realidad: el negocio no funciona, la relación no te conviene, esta no es la carrera para ti. No te gusta perder ni escuchar “Te lo dije”. Como no quieres ser un perdedor y quizás te cuesta aceptar una equivocación: Exageras los beneficios para probar que no ha sido una decisión equivocada. Niegas que el tiempo invertido ha sido desperdiciado. Renuncias a la posibilidad de experimentar algo mejor porque temes arrepentirte. Apuestas por la seguridad aunque tengas que pagar el alto precio de la insatisfacción. Pierdes de vista los beneficios futuros de pasar la página y enfrentar un nuevo comienzo. Pero hay otras alternativas: Por ejemplo “más vale bueno por conocer que malo conocido”. Solo se trata de reconocer que “cuando se cierra una puerta, se abren otras cien”. Desarrolla la conciencia y la honestidad contigo mismo para detectar esta tendencia. Ejercítate en aceptar los errores, asumir las pérdidas y dar vuelta a la página. Encuentra las ganancias, a pesar de que el proyecto no funcionó. No todo está perdido. Siempre se aprende algo de cualquier experiencia. Considera que un elemento clave para tomar buenas decisiones es saber cuándo renunciar a algo. Al permanecer en una situación insatisfactoria, ¿lo haces para probar que tienes o tenías la razón? Si es así, ¿qué es más importante, tener la razón o ser feliz? Si un amigo estuviera en este predicamento, ¿le recomendarías quedarse en la situación poco conveniente o dejarla? Se trata de aceptar la realidad. Por eso la honestidad juega un papel tan importante. Si hay algo en lo que los seres humanos somos expertos es en engañarnos a nosotros mismos. Pero el crecimiento sólo es posible a través de la honestidad.