Meade, un hombre de Estado

Meade, un hombre de Estado

Punto de Vista

Manuel Pineda Haro

Meade, un hombre de Estado

Se asegura con vehemencia que una de las visionas más apuntaladas por él es la que concierne a la urgente “reivindicación del papel del servicio público”, a la imperiosa necesidad de lograr la reconciliación de las sociedades con sus gobiernos para alentar una mayor participación política, “deberíamos tener una sociedad civil involucrada, que lo exprese en el voto” sentencia como condición mínima y toral para la enorme tarea de cohesionar al país para enfrentar los retos por venir en los próximos 15 años, es la visión de un hombre estadista, de un activo político-social con buenas referencias y aceptación aprobatoria al interior del sector público y de la clase política y empresarial, por lo que muchos no pierden de vista el andar de José Antonio Meade Kuribreña, “el hombre estrella” del Gabinete Peñanietista.

Se reconoce en él a funcionario con una capacidad incuestionable y con una perspectiva privilegiada de los vaivenes económicos de este país en cuando menos la última década; un hombre que por su peso y responsabilidad en el primer círculo del poder tampoco se duda ha tenido incidencia importantísima en las visiones y más aún en las decisiones que se han tomado para con el rumbo de nuestro México.

En un país que en el terreno de lo político y del ejercicio gubernamental donde desde hace más de 20 años ningún instituto político ha tenido mayorías, una de las fortalezas para la gobernanza ha sido el dialogo y el consenso, y en esas mesas, sesiones, reuniones, debates y negociaciones ha estado presente abonando a la construcción del modelo actualmente en práctica.

Sus críticos lo señalan como uno de los hacedores de lo que han denominado fracaso en materia económica que golpea a los de por sí ya raquíticos bolsillos de una ciudadanía mexicana aglutinada en una clase social que no despega. 

Bajo el escrutinio de los analistas se reconoce que la apertura a la inversión privada (nacional y extranjera) ha dejado hasta el momento licitaciones a 66 empresas petroleras, 28 compañías eléctricas y 26 nuevas marcas de gasolina han arribado al territorio mexicano, sin embargo es Petróleos Mexicanos, la empresa productiva de Estado con preocupantes pasivos la que sigue siendo el principal actor y proveedor, desencadenando que esa debilidad institucional y de infraestructura se refleje en los precios a la alza de la luz, gas y combustibles.

Meade Kuribreña no vacila ni esquiva dardos y críticas, con eficiencia y practicidad les revira y más aún puntualiza a los Mexicanos que ante la andanada de retos que el entorno mundial y nacional están demandando, a  la siguiente administración le tocará la nada fácil tarea de cohesionar a la sociedad mexicana para conseguir la consolidación del Estado de Derecho y la estabilización de las finanzas, y es que precisamente de la construcción de consensos el economista asegura que en perspectiva a 15 años, los mexicanos notarán que el camino de las reformas estructurales sirvió para preparar los retos del futuro.

José Antonio delinea puntualmente los retos que Tabasco debe encarar y procesar para abonar a esa ruta, exaltando que la despetrolización de la economía local deberá ser apuntalada con la dinamización de la producción ordenada y moderna en la ganadería, el campo –priorizando al cacao-, retomar con seriedad y compromiso el proyecto de los graneros de la nación, y afianzando el turismo, en síntesis la necesidad de que el empresariado, el emprendurismo y la sociedad tomen el control de la fuerza productiva local para además permitir al Gobierno adelgazar la obesa nomina burocrática que actualmente tiene.

En mi Punto de Vista, bien hacen los actores políticos y los críticos en dar seguimiento a los movimientos de Meade Kuribreña, un funcionario que sobre sus hombros y por la naturaleza de su encargo trae la responsabilidad de cerrar bien y dejar las bases para que el próximo presidente de México pilotee la nave con certezas financieras; José Antonio abiertamente no ha asentido ni negado aspiración alguna para competir por la Presidencia; hoy a sus críticos y al él mismo el calendario y el proceso los apremia, la definición está cada vez más cerca ¿veremos a Meade en la boleta del 2018? Cuando menos ya el diagnóstico del país ya lo trae bien delineado.