México “país seguro” para migrantes; pero también para los residentes en el país

México “país seguro” para migrantes; pero también para los residentes en el país

*Más allá de las amenazas de Trump, nuestra carrera contra el caos

*Revisar y mejorar las políticas de seguridad pública y social

*Atender nuestro grave déficit de empleo y combate a delincuencia

ESTE lunes comienza el despliegue de 6 mil elementos de la Guardia Nacional en la frontera con Centroamérica (Guatemala). Es parte de los compromisos asumidos para evitar la aplicación de aranceles extraordinarios que amenazaba el gobierno de Donald Trump. La presencia del nuevo cuerpo militarizado se había previsto desde su integración en especial en Tabasco y Chiapas, sólo que ahora se dará prioridad para reforzar el control del paso migratorio.

Más allá de los discursos, el juego de intereses y las amenazas, están los hechos. Ni México ni Estados Unidos son países seguros para los inmigrantes; no lo son ni para su propia población. La tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes, en Estados Unidos es de 5.35 contra 0.2 en Canadá. En México, las cifras de crímenes se dispararon desde Felipe Calderón y actualmente tenemos una de las más altas del mundo: 25 por cien mil. Es la realidad.

En agosto del 2010, delincuentes presuntamente integrantes de Los Zetas –dedicados al narcotráfico y al tráfico de personas y armas-, asesinaron a 72 hombres y mujeres procedentes de Centro y Sudamérica. Los cuerpos fueron encontrados en una fosa común clandestina en San Fernando, Tamaulipas, México. 

De acuerdo a las investigaciones policiacas oficiales, los inmigrantes fueron secuestrados y al no pagar un rescate –no tenían cómo hacerlo- ni aceptar trabajar para los delincuentes, fueron brutalmente muertos.

UN AGUJERO NEGRO

¿CUÁNTOS extranjeros que ingresaron al país de manera irregular han sido asesinados, cuántos desaparecidos? Por la misma característica de su ingreso a tierras mexicanas su número es desconocido. Cuando sus familiares los buscan no saben si se extraviaron en México o en Estados Unidos.

Un cable diplomático dado a conocer por WikiLeaks refería: “ (…) ni México ni Guatemala “trabajan seriamente para que se cumpla la ley”. Mientras los 3 mil kilómetros de frontera entre Estados Unidos y México son vigilados por 30 mil elementos estadounidenses (10 por kilómetro), México sólo cuenta con 125 agentes para los mil kilómetros de la frontera sur (un policía cada ocho kilómetros)” No ha cambiado mucho el panorama desde que se elaboró tal reporte. 

¿Qué seguridad puede ofrecer a los extranjeros un país que no puede proteger a sus propios habitantes? En once años, hasta el 2016, se habían localizado 2 mil fosas clandestinas en 24 entidades (estudio “A dónde van los desaparecidos”, citado por Animal Político). La Secretaría de Gobernación reconoce tener un reporte de más de 40 mil desaparecidos y 346 mil muertos sin identificar. Las cifras de homicidios en los últimos 12 años aumentan geométricamente.

Pero no sólo tenemos un grave déficit en seguridad pública –la primera obligación del Estado Mexicano-, sino también en otro aspecto de la seguridad y estabilidad: el empleo. La tasa de desempleo promedio en el país es de 3.6 % de acuerdo a cifras oficiales, pero en entidades como Tabasco llegamos casi al 8 %. La ocupación informal ronda el 60%. Esto importa porque –verdad de Perogrullo- para poder ofrecer seguridad y empleo a los extranjeros primero debemos garantizarlo a los compatriotas. Tabasco será receptor, este y los próximos tres o cuatro años, de oleadas de inmigrantes mexicanos atraídos por la euforia petrolera; otra presión –que debe ser regulada- viene de Centroamérica.

LOS PIES EN LA TIERRA

Y NO ES una cuestión de discriminación, como aquellas políticas públicas que rechazan ofrecer trabajo a los procedentes de otros estados de la República en una contradicción frente a la apertura con los inmigrantes extranjeros, sino la aplicación de una lógica elemental: los inmigrantes pueden padecer la violencia criminal y la precariedad en el trabajo mientras no mejoren los sistemas de seguridad pública y seguridad social..

Sin descuidar el tema de los derechos humanos –es más poniendo esos derechos en primer lugar-, México tiene que replantearse su política migratoria a partir de un concepto simple: país seguro. ¿Para quién?, para sí mismo y para los demás. De lo contrario estaremos en un círculo vicioso, porque seguimos expulsando manos de obra del campo a la ciudad y hacia Estados Unidos.

De acuerdo a un reporte de la BBC en Español basado en datos oficiales, de los 57 millones de latinos en Estados Unidos el 63% es de origen mexicano. Unos 36 millones. Hay unos 11 millones de inmigrantes mexicanos, de los cuales más de la mitad son indocumentados.

El gobierno de López Obrador se ha propuesto política para arraigar a los trabajadores en el país –“y que sólo emigren por gusto”, dice-, pero es un plan que no tendrá efectos inmediatos. Es, en el mejor de los casos, a mediano plazo. El otro esfuerzo es el del Plan para Mesoamérica –incluyendo Centroamérica- presentado por la Cepal. Pero los gobiernos de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y sobre todo Honduras, deben asumir su responsabilidad. Ya hablaremos de las dramáticas y brutales condiciones de nuestros vecinos centroamericanos.

Desde hace varios años referimos en esta columna la necesidad de que Tabasco y los estados fronterizos del sur mexicano, así como los que se ubican en “la ruta de la migración”, tengan su propia política hacia el internamiento de personas procedentes de otras naciones. Como le decía: el orden comienza por casa. ¿Queremos cambiar al país?

 (vmsamano@hotmail.com)