Mezquinos intere$e$

El problema de este país es la evidente carencia de perfiles por los que valga reflexionar la pertinencia de votar en la jornada cívica que habrá de aquí a 299 días, 9 meses

El problema de este país es la evidente carencia de perfiles genuinos por los que valga reflexionar la pertinencia de votar en la jornada cívica que habrá de aquí a 299 días, escasos nueve meses, que distan a las elecciones del 6 de junio de 2021, para elegir autoridades de gobierno; una renovación periódica cada tres y seis años según el cargo de elección popular, ejecutivos y/o legislativos, en términos del mandato en la concurrencia preceptuada en la esfera constitucional, federal y locales.

Dispuesto por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 41 precisa que “los partidos políticos son entidades de interés público; la ley determinará las normas y requisitos para su registro legal, las formas específicas de su intervención en el proceso electoral y los derechos, obligaciones y prerrogativas que les corresponden. En la postulación de sus candidaturas, se observará el principio de paridad de género”.

En los hechos, ni operan como partidos  políticos ni permiten el acceso al poder de quienes como militantes tienen la aspiración por contender a un cargo popular, ni son formadores de estos con las bases ideológicas institucionales de un trabajo de cuadros. Habida cuenta los ahogan en la frustración de no concretar el anhelo por competir como candidatos.

Por el contrario, esta suerte de institutos políticos son rehén de los intereses económicos facciosos de un grupo selecto, sectarios que buscan el beneficio propio y no de la militancia ni les interesa participar en campañas electorales, excepto por su monetización en pesos cifrado en millones para llegar a los cargos con la presunción de representar los intereses de la voluntad popular que por ellos vota.

Sólo utilizan el registro como partido emergente para que este sea la plataforma de negociación mercantilista en pro de su propio provecho, jugosos réditos al margen del financiamiento público, a través de los pactos facciosos.

Aquellos que integran un partido político emergente no es en lo absoluto para que este sea un mecanismo de acceso a las posiciones de gobernar, sino que su objetivo es lucrar, obtener jugosas ganancias con signo de millones de pesos mediante varios mecanismos, así como en posiciones que igual puedan rentabilizar. 

Claro está que no les interesa gestionar la prosperidad de las muy diversas colectividades sociales, cuando que su único propósito es lograr obtener la suficiencia de votos, partiendo del umbral del tres por ciento del total nacional y/o local para que en la promiscuidad pragmática de quien le ofrezca más rentabilidad en económico y posiciones entonces sí pactar una alianza en cargos ejecutivos y legislativos, sobre la base del andamiaje electoral.

Las elecciones concurrentes locales para votar por diputados y/o alcaldes en los 32 estados del país, además de 15 gubernaturas y los 500 legisladores federales, serán una vez más la vitrina en el que sin vergüenza alguna, con abierto descaro, se hará notorio las negociaciones para conformar el pragmatismo a las mismas coaliciones de 2018.

Excepto el PRI  se quedó solo para la mega competencia electoral de 2021 al optar el PVEM unirse a Morena y Nueva Alianza en su caso perdió el registro; será para priistas un desafío subsistir, salvo que se sumen -sin mayor concesión- a sus históricos adversarios que azotó con rencor desde el gobierno.  

Cuando en 1996, durante el cabildeo para la reforma política de ese año, el Partido Verde Ecologista de México logró que Acción Nacional,  el PRI, y el PRD cediesen a rebajar la edad mínima de 30 a 25 años para ser senador de la República.

Sólo así Jorge Emilio González Martínez -hijo del fundador González Torres- logró igual pactar la “Alianza por el cambio” con Acción Nacional que postuló para Presidente a Vicente Fox Quedada, y se anotó entre el listado nacional  de los plurinominales del senado. El “Niño Verde” logró el objetivo por hacerse de un escaño.

El Verde sin ningún pudor ideológico ha regenteado sus alianzas que tuvo antes en 1997 con el PRD para abanderar al perredista Cuauhtémoc Cárdenas entonces como Jefe de Gobierno del Distrito Federal; al rompimiento con panista en 2003 se refugió con el PRI pasando por la postulación de Enrique Peña Nieto  en 2012  y José Antonio Meade en 2018.

Su último maridaje se dio en 2019 sólo que ahora con Morena, declarándose afín a la izquierda, para apalancar a Miguel Barbosa en la elección extraordinaria de Puebla, a la muerte de la gobernadora panista Martha Érika Alonso.

El “Niño Verde” ha sido dos veces senador y también como diputado federal, siempre plurinominal. De hecho forma parte de la actual legislatura en San Lázaro, en la que pidió licencia. Siempre sin oficio ni beneficio social.

Para los González, padre e hijo, ha sido todo un negocio al grado de ceder cinco diputaciones a Morena, para que en el Senado en una segunda votación se diese visto bueno a Manuel Velasco Coello la licencia, a modo de que regresase a Chiapas para terminar su gestión como gobernador del estado.

Pero no ha sido el único que ha hecho de la prostitución político electoral su empresa mercantil , igual figuran PT de Alberto Anaya y Movimiento Ciudadano; inmunes al covid19.

En la promiscua pirinola política  todos ganan, pero todavía más los denominados partidos emergentes como el desaparecido Partido de la Sociedad Nacionalista de Gustavo Riojas Santana; a la pérdida del registro se los bienes inmuebles y muebles con cargo al financiamiento público; en 2003 no había la obligación de regresarlo sino en lo subsecuente, a partir de la reforma política de 2007.  

Bitácora

Nada es lo que parece, aún menos la partidocracia que olvida sus principios ideológicos en el pragmatismo de sus intereses; ojo, no los del bien común.

eduhdez@yahoo.com