Que entre el viento y la luz (II)

ASIMISMO ME ASOMO a mi interior. Como mirar una casa cada vez más en ruinas, no en ruines.


EN EL BALANCE me da por asomarme a mi alrededor. Y no en sentido metafórico. Mi alrededor es todo lugar por donde ando. Y aplico sin duda mis sentidos: huelo, toco, miro, oigo, gusto. Y de allí saco conclusiones si debo volver a pasar por donde mismo, o nunca más. Aunque ese nunca más es ante la piedra a la que uno vuelve para tropezar si el dolor es de corazón y no de otra cosa. Y a la razón la dejo que paste, si así gusta, en los jardines de lo fresco con flores, mariposas y colibríes. No esgrimo razones,  y menos trato de imponerlas. Pero tampoco como carnada del anzuelo de la sinrazón. Y ni me interesa.

ASIMISMO ME ASOMO a mi interior. Como mirar una casa cada vez más en ruinas, no en ruines. Y trato de quitar alguna idea que huele mal. Y trato de reparar otras que han estado dañadas o chuecas. Y las certezas las sigo dejando fuera de la casa, en una bodega aparte. Y trato de alimentar las dudas para saber de qué se trata lo que no conozco, pero sé que existe. No, no es fácil. Pero tampoco es difícil. Por tan poco se pierde el hombre, sea en la rutina, en lo sin sentido, y sobre todo sin brújula.

POR ALLÍ LEÍ QUE LA VIDA es como manejar bicicleta. Y quien sabe manejar este vehículo de dos ruedas ha de saber lo que la expresión significa. Hay que pedalearle siempre para mantener el equilibrio, que si deja uno de hacerlo, se cae uno y de los raspones no nos salvamos. Además hay que tener rumbo a dónde vamos, termo para no detenerse por agua en el camino y parches con pegamento por si acaso la vida nos pincha en el corazón y habremos de repararnos nosotros mismos, como el animal solito lame sus heridas.

"MUY CERCA de mi ocaso, yo te bendigo, vida,/porque nunca me diste ni esperanza fallida,/ ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;/ porque veo al final de mi rudo camino/ que yo fui el arquitecto de mi propio destino;/ que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,/ fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:/ cuando planté rosales, coseché siempre rosas...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: ¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!/ Hallé sin duda largas las noches de mis penas;/  mas no me prometiste tan sólo noches buenas/ y en cambio tuve algunas santamente serenas.../ Amé, fui amado, el sol acarició mi faz./ ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!"

ME DA POR ASOMARME a los poemas. Me gusta por ejemplo ese balance que hace Amado Nervo en el poema "En paz". Solo que lo evito en lo posible por, en mi caso, el primer verso que dice "Muy cerca de mi ocaso". Porque además que signifique muerte, podría significar luego del ocaso la oscuridad de la negrísima noche, aunque cierto es que en el destino nada se sabe, ni yendo a consultar a Delfos. Pero ciertamente estamos en paz con la vida y mi circunstancia en la que me ha tocado vivir. Pendientes tengo. Uno de ellos seguir aprendiendo y hacerlo hasta el último suspiro y poder decir: "abran la ventana para que entre viento y luz". (FIN)