Migrar en tiempos de covid 19

Migrar en tiempos de covid 19

Tomar la decisión de migrar -dejando atrás una parte de la vida, familia, amigos, un entorno cultural y social conocido- siempre será un asunto complejo, aun en el contexto de las distintas causas que motivan esta decisión: violencia, pobreza, inseguridad, desempleo, razones políticas o ideológicas. Un elemento común es que quien migra lo hace por buscar una mejor calidad de vida. 

Aquellos que migran enfrentan una serie de situaciones y dificultades en la travesía, una incertidumbre permanente, hambre, sed, falta de recursos económicos, sin acceso a servicios de salud y educación, rechazo e indiferencia de la mayoría de los locales, hostigamiento de grupos delictivos y, en ocasiones varias, de las autoridades; además de las inclemencias y vicisitudes del medio ambiente. A esto hay que agregarle que, en México, por las presiones de Estados Unidos respecto a las medidas de contención de la migración en la frontera sur, en los años previos el gobierno federal implemento medidas estrictas para un mayor control fronterizo usando para ello a la guardia nacional, incrementándose la detención y deportación de los migrantes (principalmente centroamericanos que ingresan por la frontera sur). Es claro que los migrantes son personas en condiciones de vulnerabilidad, expuestos a violaciones de sus derechos humanos, abusos de autoridad y víctimas de delitos varios. Esto es una constante en la mayoría de las fronteras en el mundo. La frontera sur mexicana no es la excepción.

imagen-cuerpo

A este escenario complejo y difícil para quienes migran, en este 2020 se agregó una pandemia -declarada como tal por la OMS- ante la presencia de una enfermedad altamente contagiosa: la covid-19. Los migrantes, al ser personas en tránsito, no tienen apoyos ciertos y precisos para atención médica o cobertura de salud. Es decir, están expuestos al contagio de esta y otras enfermedades por sus propias condiciones de movilidad y vulnerabilidad y con pocas o nulas posibilidades de recibir atención oportuna en centros de salud u hospitales. Aunque aquí vale resaltar la labor que realizan las casas o refugios para migrantes, es entendible que tales espacios no cuentan con los recursos materiales y económicos para brindar un mejor apoyo y atención médica a los migrantes. 

Al ser la pandemia un escenario inédito, el gobierno de México –al igual que en el resto del mundo- no estaba preparado para una emergencia sanitaria de esta índole, y poco a poco, ha ido implementando respuestas a esta situación.  

En los meses previos, marzo y abril, las medidas de restricción de la movilidad, el confinamiento obligado, implementadas por los gobiernos tanto de Estados Unidos como en México, han traído distintas afectaciones a los migrantes. Diversas notas periodísticas dan a conocer que desde Estados Unidos se hacen devoluciones express, poniendo en territorio nacional a mexicanos y centroamericanos deportados, y a estos últimos México debe regresarlos a sus países de origen o colocarlos en centros de detención. En los asilos o casas refugio, ante la llegada masiva de migrantes se implementan protocolos de separación e higiene para evitar contagios, pero las carencias económicas impiden cosas mínimas como tener gel antibacterial. Al respecto, en el albergue de la 72, en Tenosique, Tabasco se aplican medidas de cuarentena estrictas y se restringen las salidas. El INM reporta seguir las acciones recomendadas por la Secretaria de Salud y haber reducido a menos de 50% la cantidad de migrantes detenidos en sus instalaciones. Por ende, ha incrementado el número de deportaciones. 

imagen-cuerpo

Este es, a grandes rasgos, el panorama de la migración en tiempos de pandemia. En síntesis, al temor de los peligros y riesgos a que están expuestos en su travesía migrante, las violaciones a sus derechos humanos, ahora se suma el miedo de contraer una enfermedad compleja de enfrentar al no contar con la atención médica oportuna.

Hay un factor que es importante poner sobre la mesa: la falta de empatía y solidaridad con los migrantes. En un estudio previo, hecho por quienes escriben en Tabasco, se estableció que los locales suelen apoyar a los migrantes con alimentos y dinero siempre y cuando estén de paso, es decir, que sigan su camino hacia otro destino. No así, sí los migrantes se quedan varados o a radicar en la entidad. Entonces se les percibe como un riesgo para la seguridad y el empleo, y ahora, en tiempos de la COVID-19, se les percibe como un riesgo para la salud. A todas las circunstancias negativas para su travesía, los migrantes suman un mayor rechazo de la población local, temerosa de que traigan y contagien el virus. Lo curioso es que ellos también tienen miedo de ser contagiados al estar de paso por el territorio mexicano. Con todo y lo anterior, la migración no se detiene.