Modernizar y democratizar una policía para el pueblo

Modernizar y democratizar una policía para el pueblo

Después de la reunión del gobernador Electo, Adán Augusto López, con el órgano consultivo civil e independiente, como es la Mesa de Seguridad, se acordó que sea en este escalón en donde se elabore una terna para ocupar el cargo de Secretario de Seguridad Pública del próximo gobierno. Otro momento histórico, -y ya van bastantes en los últimos días-, en la vida política de Tabasco. Hasta ahora para ocupar ese cargo, aunque no era una regla escrita, era necesario ser militar en retiro. General o Coronel como mínimo y a la vista de los resultados este esquema no ofreció buenos resultados. Todo parece indicar que será un civil el que tendrá tamaña responsabilidad, ya que el propio López Hernández definió algunos de los requisitos públicamente: “Abogado con experiencia en el nuevo sistema de justicia penal acusatoria” y conocedor de los entresijos de un tema tan delicado como la Seguridad Pública. Por lo tanto, cuando el nuevo secretario llegue a esa altísima responsabilidad, se habrán sometido definitivamente al poder civil los cuerpos policiacos, dejando de ser un coto de militares, policías y profesionales de la seguridad para ser regidos por una persona del ámbito académico. Luego de la euforia por el resultado de la elección, y apenas se le ha entregado la Constancia de Mayoría al Gobernador Electo, Adán Augusto López, ya empiezan a salir a la luz los problemas que nos interesan a todos y la seguridad es, con mucho, el que más nos preocupa según todos los sondeos realizados entre los ciudadanos. El debate público no parece en peligro de volver a enmarcarse dentro de los mismos criterios maniqueos de siempre con el anuncio del futuro nombramiento del responsable del sector, escuchando previamente a la Mesa de Seguridad y sus propuestas. La única manera de lograr el objetivo de mantener un clima mínimo de seguridad ciudadana es, precisamente, reformando y modernizando la policía con criterios profesionales. Las reformas se enfrentarán a quienes todavía entienden que la policía debe mantener sus esquemas, los que la ven como un instrumento del poder, para el poder y por el poder y no del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.  La policía no puede seguir siendo una institución para el control de la población, sino que tiene que ser una institución para su protección. No es lo mismo, ni es igual. Quienes se oponen a la modernización de la Policía quieren descalificar a los críticos de esta institución.  Para ello venden la idea de que quien pide la modernización de la policía es “enemigo” de esta o “amigo” de la delincuencia.  Lo cierto es que hay que reconocer y partir de la base de que la ciudadanía no confía en su policía.  Ante este dato, es absolutamente imprescindible comenzar por ahí, por dignificar a sus miembros que finalmente además de agentes del orden y de la autoridad son trabajadores como cualquier otro. Y están especializados porque son un cuerpo armado, técnico, profesional, de naturaleza policial, obediente al poder civil, y apartidista. Todo el mundo reconoce la necesidad de una fuerza policial al servicio de la seguridad ciudadana para acabar con la delincuencia que nos asola.  Y lo primero es convertir a nuestra policía en un cuerpo modernizado, democrático y efectivo, alejado de la corrupción y que ya no insista en aplicar fórmulas arcaicas a problemas nuevos.