Morena: vanguardia o retaguardia de la 4T /II
01/02/2020
Las derechas en México se están regocijando ante la evidente ausencia de la labor política de Morena, de acompañamiento al presidente del país en la consecución de los superiores objetivos que se ha trazado para diseñar y operar la Cuarta Transformación (4T). Junto a las derechas encontramos una amplia gama de la comentocracia que se ha dedicado a cuestionar los cambios de fondo y de forma, con el propósito de desacreditar la toma de decisiones de la nueva hegemonía política de izquierda que trabaja en la construcción de una nueva etapa que atempere, de una vez por todas, las profundas desigualdades económicas y sociales que deja 36 años de neoliberalismo. Somos uno de los países más desiguales de América Latina y del mundo.
Esta nueva hegemonía política es resultado de la grave situación que padecen muchos mexicanos y tabasqueños destinados a vivir con grandes carencias, excluidos de los beneficios que ha producido un modelo económico y un régimen político a todas luces injusto en la distribución de la riqueza y depredador del medio ambiente.
En qué escenario político viven Yeidckol Polevnsky, secretaria general en funciones de presidente del CEN de Morena y Bertha Luján, presidente de Consejo Político Nacional, qué pretenden hacer con este movimiento cuando lo principal, para ellas, es la abierta y pública confrontación por la dirigencia nacional del Morena.
Prácticamente desde que AMLO les encargó el partido han eludido su responsabilidad de entrar en un proceso de creación de acuerdos internos para fortalecer la estructura organizativa; respaldar los posicionamientos y la toma de decisiones y contribuir a su defensa en el debate político a través de una nueva narrativa difundida estratégicamente; así como formar nuevos cuadros que le den consistencia y trascendencia política e ideológica, ahora que prácticamente se vació de miembros que ocuparon cargos de elección popular y administrativos a nivel federal y estatal.
En su lugar, se fueron agudizando las diferencias y hoy vemos un partido dividido. Pronto se olvidaron del llamado de las urnas para hacer historia y materializar un proyecto de nación que ha costado sangre y sudor desde el gran fraude electoral salinista y tecnócrata de 1988. El conflicto escaló a tal nivel que el pasado domingo 26 de enero, en un Congreso Nacional Extraordinario convocado por Bertha Luján se nombró al diputado federal Alfonso Ramírez Cuéllar como presidente interino del CEN (más las carteras estratégicas), para suplir a Yeidckol que estaba como encargada. El caso es que esta última no se quiere ir y asegura que va a impugnar esta resolución por una aparente ilegalidad. Así, por segunda ocasión en menos de un año se judicializan las decisiones de este partido.
Ciertamente Yeidckol ha dejado un mal sabor de boca en propios y extraños, ha sido pública y notoria su actuación y el interés por echar a andar su propia agenda. El retraso en el asunto del padrón de militantes en los términos que estableció el Trife como requisito para la elección de dirigentes y otros temas no dejan la menor duda. Pero también cuentan los intereses de Bertha en este embrollo, asesorada por Héctor Díaz-Polanco, presidente de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena.
Son tantos los temas fundamentales que se encuentran ardiendo en el campo de la política y es tanta la presión de los poderosos interés que están siendo afectados, que no se explica uno el comportamiento asumido por ambas dirigentes y por no pocos de los personajes involucrados en este proceso, que solo refleja un evidente retroceso en esta naciente organización política.
Tal parece que el enorme poder político adquirido en las pasadas elecciones federales, tiene un peso superior a la capacidad política de sus dirigentes para dirimir sus diferencias a través del diálogo y los acuerdos. Si a este nivel no queda claro que su asunción al poder es para consolidar la hegemonía política y avanzar con pasos firmes hacia la 4T, que se podría esperar en los estados y municipios ahora que se acerca la elección intermedia de 2021.
Así las cosas, la primera fuera política del país está en la vitrina de la democracia protagonizando un papel muy lamentable, sin el liderazgo de su creador. El conflicto antes que la colaboración hace de Morena el contrapeso o, al menos, un pesado lastre que las derechas afanosamente han estado buscando para obstaculizar la gran transformación que está en marcha.
No sé qué tan políticamente sea correcto, en las nuevas coordenadas de la 4T, que AMLO prefiera ya no una sana distancia sino una clara separación de Morena, que ponga en el peligro el proyecto de nación por el que tantos años se ha luchado. No creo que un jalón de orejas o un manotazo en la mesa pueda estar fuera de toda civilidad política o práctica democrática como sucede en la mayoría de los países con régimen parlamentario o presidencial.
La construcción de la 4T requiere de un tiempo razonable, al menos tres sexenios, para enfrentar política e ideológicamente a una derecha que se resiste a perder sus privilegios y que no tarda en reagruparse alrededor de los poderosos intereses económicos que encarna. De ahí la importancia de contar con una sólida vanguardia política capaz de crear una ciudadanía consciente de su responsabilidad histórica y de su capacidad para defender la soberanía nacional y la soberanía popular y todo lo que esto representa en términos de la autodeterminación del país y la independencia económica.
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