Morena: vanguardia o retaguardia de la 4T /III

El conflicto por la dirigencia nacional de Morena, si bien ha generado una situación compleja, se puede resolver al interior del partido

En medio de la disputa por la dirigencia nacional de Morena, el presidente del Comité directivo estatal, César Francisco Burelo se pronuncia en contra de la elección del diputado Alfonso Ramírez Cuellar por considerar “ilegal” el Congreso que lo nombró. Se respalda así a Yeidckol Polevnsky como encargada de la presidencia del CEN con el ánimo de construir acuerdos y no para ahondar en la confrontación acusando a Rafael Barajas ( “El Fisgón”) de malos manejos de los recursos en la conducción del Instituto Nacional de Formación Política.

Para algunos como Pablo Gómez y Martí Batres el conflicto por la dirigencia nacional de Morena, si bien ha generado una situación compleja, se puede resolver al interior del partido; para otros podría configurar un escenario de ruptura entre AMLO y su partido.

Morena ha caminado de la mano de AMLO, quien luego de romper con el PRD se impone el reto de construir un nuevo partido cuyas semillas ya había sembrado a partir del 2 de octubre de 2011, cuando nace Morena como movimiento social y político, se registra como asociación política nacional el 20 de noviembre de 2012 y alcanza su registro fundacional como partido político el 10 de julio de 2014.

El ideario político e ideológico que asume AMLO y sus seguidores en sus primeras luchas por la gubernatura de Tabasco (1988 y 1994) forma parte esencial del proyecto de nación abanderado por Morena, en contraste con el que presentaron en 2018 sus adversarios imbuidos en la lógica programática y pragmática de la tecnocracia neoliberal.

La maduración de plan transformador y su discurso antisistémico bajo la consigna de “Por el bien de todos primero los pobres”; el franco deterioro de un sistema político y económico excluyente y perverso, aderezado por la corrupción, la impunidad, la inseguridad y la violencia, generando profundas desigualdades sociales, altos índices de pobreza y muchas inconformidades; y hasta sus controvertidas alianzas electorales, hicieron el resto para ganar la presidencia de la República, las dos cámaras del Congreso de la Unión y cinco gubernaturas: Veracruz, Chiapas, Ciudad de México, Tabasco y Morelos.

Mediante la estrategia electoral 6 de 6 impulsada por la coalición “Juntos haremos historia”, esto es, obtener el triunfo en las seis elecciones en disputa, tres federales y tres locales, la hegemonía política que se constituyó a nivel federal se replicó a nivel estatal, pues solo les faltó dos ayuntamientos para llevarse el carro completo.

Los compromisos de AMLO para hacer de Tabasco el laboratorio de la 4T van viento en popa, incluso con los altos riesgos económicos y políticos que representan, se trabaja en la producción petrolera y en la construcción de la refinería de Dos Bocas, así como en el desazolve del puerto de Frontera. También se logró suscribir, con las gestiones del gobernador Adán Augusto López Hernández, el acuerdo denominado “Adiós a tu deuda” que responde a la añeja demanda del “borrón y cuenta nueva” y tarifa preferencial en materia de energía eléctrica para dar por concluida la resistencia civil.

Los morenistas tabasqueños están obligados a cumplir su parte y trabajar arduamente para consolidar los esfuerzos que se realizan en la edificación de la 4T.

Al partido le corresponde consolidarse institucionalmente para funcionar como vanguardia a efecto de reforzar la preparación y disciplina de sus miembros; defender con astucia, claridad y elocuencia las posiciones; y encauzar la lucha para sumar voluntades que den continuidad a los cambios dirigidos a edificar una sociedad cada vez más igualitaria en un clima democrático lleno de libertades. Sin embargo, su ausencia mediática poco contribuye a estos cruciales objetivos.

Adicionalmente, el grupo parlamentario debe impulsar el debate político de los temas fundamentales de la 4T y aportar las herramientas legales necesarias para que el Ejecutivo estatal ensanche su capacidad para implementar los cambios. En esta etapa de transición no se pueden dar el lujo de permitir que la opinión pública juzgue a Morena por las infaustas declaraciones del diputado Charly Valentino.

Las tareas de Morena en Tabasco son múltiples y esenciales para, en principio, superar la falta de claridad de muchos de sus integrantes en los grandes fines que se persiguen, ya que su corta edad y la diversidad de los grupos y personajes que lo integran, desde los más radicales, pasando por los moderados y llegando a los escépticos y oportunistas, obliga a realizar una intensa labor política para que se hable el mismo lenguaje y se actúe en función de los principios y de  compromisos de campaña, así como de las directrices y los posicionamientos que se van incorporando en la construcción de la 4T. La depuración de los ambiciosos sin causa es crucial en este proceso. 

De la fortaleza que adquiera este partido durante la etapa de transición, depende en grado sumo la consolidación del proyecto, promoviendo la construcción de un Estado lo suficientemente fuerte para conducir los destinos del país y del estado, separar el poder político del económico; suprimir o, al menos, reducir al mínimo los privilegios públicos y privados; combatir la corrupción, la inseguridad y la violencia que tanto daño han provocado a la población; planear y fomentar el crecimiento económico con justicia social.

Con un presidente del país tabasqueño y un gobernador del mismo partido Tabasco cuenta con una oportunidad histórica para salir del atraso estructural y de la crisis económica coyuntural. El activismo político de la dirigencia estatal de Morena y de su grupo parlamentario debe de intensificarse no solo en defensa de las políticas públicas encaminadas al bienestar de los tabasqueños sino en la construcción de puentes de entendimiento entre el hartazgo social y las limitaciones presupuestales del gobierno, que eviten reclamos como los que recién recibió AMLO en el aeropuerto de Villahermosa. De otra forma se corre el riesgo de quedar rebasados, en la retaguardia, ante el empuje de una ciudadanía que voto mayoritariamente por un cambio verdadero.