MORENA y el ejercicio del poder: acaparar o representar

MORENA y el ejercicio del poder: acaparar o representar

Cada partido político que ejerce el poder tiene una tentación y una necesidad: acaparar y representar. Se trata de definiciones de cultura política que encierran vocación democrática o autoritarismo. Hay matices en el camino, aunque el ejercicio del poder obliga a definiciones que son, en rigor, acciones públicas a evaluar desde el ángulo ciudadano. Si perdemos el ángulo ciudadano, el poder también pierde aunque gane.

Acaparar el poder, en distintos espacios institucionales, incluye renuncias de servidores públicos que siembran la sospecha de autoritarismo. En 2019, dato significativo, es amplia la lista de funcionarios que abandonaron su cargo después de una confrontación pública con sectores distinguidos de Morena.

Esto ha sido recurrente en organismos autónomos que regulan actividades estratégicas del gobierno. Hablamos de entes reguladores que se sacudieron con el cambio de poderes federal. Por supuesto, no se trata de que cualquier cambio de personal suene a sospecha de autoritarismo. La rotación de servidores públicos es usual en los gobiernos entrantes. Pero se observa un contexto de fuerte discusión pública, previo a la salida/renuncia de varios funcionarios, que perfila o sugieren presiones a los organismos autónomos con marco institucional de trabajo.

La última de esas refriegas involucró a Luis Vera Morales, quien era director ejecutivo de la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), a cargo del estudio de impacto ambiental sobre la Refinería de Dos Bocas. La prensa reportó discrepancias de Vera con la secretaria de Energía, Rocío Nahle, por tiempos y condiciones de dicho estudio. La ASEA, ente de supervisión de políticas energéticas y su impacto en los recursos naturales, depende de la Secretaría del Medio Ambiente. El cargo de Director Ejecutivo, para su continuidad o remoción, depende en última instancia del Presidente de la República.

Aunque estuvo precedido de tensiones, Vera está fuera y mostró institucionalidad en su renuncia. “Fue un orgullo acompañar al nuevo gobierno en los retos de equilibrar desarrollo energético y cuidado de la naturaleza”. AMLO dijo que no pidió su renuncia. ¿Entonces?

REPRESENTACIÓN EN EL CONGRESO

No abona a la cultura política representar un mandato ciudadano con la estrategia de monopolizar mesas directivas. Sucede en el Congreso de la Unión. En el senado y la cámara de diputados hubo intentos de reelección de presidente de las mesas directivas. El venerable diputado Porfirio Muñoz Ledo quiso repetir colorado, acuñó la frase célebre: “sufragio efectivo, sí reelección”. ¿De dónde proceden esos vientos? Se apeló a la mayoría de Morena en el 70% de los distritos electorales. Con esa representatividad se quiso un cambio legislativo: dejar sin efecto la rotación anual de presidente de mesa directiva que la ley indica.

Este año le corresponde a la segunda fuerza política (PAN) que ganó apenas 5 distritos electorales. El argumento de la representatividad de Morena lo esgrimió la diputada Dolores Padierna: “la ley actual viene de 2006, cuando por el riesgo de ingobernabilidad se estableció la rotación anual de presidentes de las mesas directivas”. Fueron tiempos del 0.56% de diferencia de votos entre Calderón y López Obrador. Así pues, la conclusión de un sector de Morena ORENA es que cambiaron los tiempos políticos y deben cambiar la ley. ¿Representación o acaparamiento del poder?

El dilema es de cultura política, de apego a códigos democráticos y de correcta representación ciudadana. Un segmento de Morena, como partido político, se descubrió ambicioso y monopolizador en el Congreso, a un año de su histórico triunfo en las urnas.                            

Sobre el particular, con énfasis para desmarcarse de cualquier veneno político, AMLO se pronunció por la no reelección de los presidentes de las mesas directivas en el Congreso. Sus palabras fueron clara advertencia de lo que significaría para Morena “buscar el poder por el poder”. Martí Batres y Ricardo Monreal, en el senado,  necesitaron la intervención de la Comisión de Honestidad y Justicia de Morena para dirimir el pleito ranchero en pos del cargo. Monreal bateó a su propio partido.  Ambos políticos apuntan con sus acciones al 2024 (nominación de candidato presidencial).        

La tentación del acaparamiento del poder es pésima estrategia política, así sea con argumentos que suenan democráticos. Los partidos políticos, como representantes de la ciudadanía, no deberían contar en su arsenal con acciones que pongan en duda su vocación social. Morena tiene que escuchar, no avasallar, si de códigos democráticos se trata. En el Congreso tiene que explicar, antes de convencer.