Nadie quiere desnudar a un santo para vestir a otro que no es de la misma talla

Pero a nadie se le escapa que las y los posibles políticos que se mencionan como posibles sustitutos presentan grandes incógnitas para la mayoría

Hay quien sostiene que el político, por lo general, no cree en la gente, como ella no cree en los políticos, y por eso el círculo vicioso se establece y se fortalece. Según esta teoría no hay por lo tanto posibilidad de crecer y desarrollarse en un ambiente de desconfianza y de dudas que solo sirve para incrementar los niveles de frustración y descontento. Afortunadamente tenemos en Tabasco a Adán Augusto López Hernández, un gobernador firme ante pretensiones demagógicas con una solvencia profesional y política que ha tenido la oportunidad de demostrarlo al obtener mayoritariamente la aprobación de los ciudadanos del estado. En estos días ha circulado el rumor de que AALH había sido llamado para incorporarse al gabinete del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador y todos hemos podido valorar, en su justa dimensión, la suerte que hemos tenido con este gobernador que lo único que ha aportado a nuestra comunidad choca son resultados y tolerancia. Todo regado con un evidente deseo de ser útil para la gobernabilidad de México. Muchos respiraron con alivio cuando el propio gobernador desmintió su partida y con ello volvieron las aguas a su cauce. Era claro que los que podrían sustituir interinamente a Adán Augusto podían complicar el curso de las cosas en Tabasco que con empujones y estirones ya ha encontrado su camino que hace todos los días. Este camino que a veces parece más un laberinto necesita, sin embargo, ser entendido de manera más racional para impedir este círculo vicioso de frustraciones de una oposición que no sabe cómo salir de su desgracia por el abandono de sus votantes. No han podido, hasta la fecha, encontrar salidas creativas ni propuestas que acaben con la desigualdad social, la pobreza o la corrupción, ni para evitar la degradación democrática. Es  imperioso  que los opositores analicen el  proceso  político  que  les ha  llevado  a  esta  situación  donde la democracia no pasa de ser un fetiche y que la receta de perder el tiempo haciendo lo que se pueda, mientras se distrae a la gente. Las viejas ideologías no son suficientes para explicar la complejidad de los cambios, menos aún para hacerlas  funcionar  desde  la oposición.  La profundidad de los cambios aplicados por AALH no puede ser entendida con los parámetros  de  antes  y  menos  con  la  concepción  de  la  política  de  siempre. Y en este escenario la mayoría de los tabasqueños no estaríamos conformes con que nuestro gobernador saliera de su cargo, que es un encargo de los ciudadanos, aun siendo conscientes de que su incorporación al gobierno de la nación sería no solo un honor, sino una oportunidad, de dejar de nuevo el pabellón de Tabasco bien alto. Pero a nadie se le escapa que las y los posibles políticos que se mencionan como posibles sustitutos presentan grandes incógnitas para la mayoría. Cuando Adán Augusto fue nominado como candidato se observó entre la clase política en general, de uno y otro signo, un beneplácito a veces explícito y a veces implícito pero muy pocos rechazos lo que no ocurre ahora en estos momentos y en estas circunstancias. Y no parece conveniente en estos tiempos caer en el error que señala el refranero cuando dice que “no hay que desvestir y desnudar a un santo, para vestir a otro” y añado yo: que posiblemente sea de una talla diferente.