Nafta/TLCAN: prepararse para lo peor

Nafta/TLCAN: prepararse para lo peor

H ay espacio a la duda de si el Nafta/TLCAN está llegando a su fin. Tiene abogados serios en la opinión pública estadunidense, como el Wall Street Journal, y en la comunidad de negocios de ese país, como la Chamber of Commerce.

Hay además reservas legales y lobbies potentes que se activarán contra su rechazo, y complicarán la decisión de darle término.

Llegados al punto en que estamos, sin embargo, quizá lo prudente sea tomar la hipótesis peor, asumir que el Nafta llegó a su fin.

Esta opción terminal está sembrada ya en la opinión pública estadunidense, anunciada en las palabras del presidente y puesta en la mesa de negociaciones bajo la forma de propuestas  inaceptables para Canadá y México.

Los expertos dicen que salir del Nafta/TLCAN no es necesariamente una catástrofe, que en términos reales solo significa que pasaremos a las reglas de la Organización Mundial de Comercio, y que en ese tránsito el costo adicional en aranceles será en promedio de solamente 3 por ciento, perfectamente asumible por las empresas TLCAN.

Mi impresión es que el fin del Nafta/TLCAN tendrá consecuencias más largas.

Desde luego, en el corto plazo, un impacto traumático sobre la moneda, que puede alentar la exportación pero encarecerá las importaciones y el consumo general de los mexicanos.

En el mediano plazo, puede afectar el conjunto de las relaciones de México y Estados Unidos. Puede alterar, por ejemplo, la colaboración en seguridad y migración. Y puede agravar el clima de mala vecindad en que nos mete una y otra vez el presidente Trump.

En el largo plazo, desde luego, cambia la confiabilidad básica de México como plataforma de inversión y producción camino al gran mercado norteamericano. No la anula, la cambia, la obliga a un ajuste que puede ser muy caro en detención de inversiones y replanteamiento de estrategias.

El desenlace de las negociaciones Nafta/TLCAN es un foco serio de incertidumbre y riesgo. Los romanos decían Si vis pacem, para bellum. Si quieres paz prepárate para la guerra.

Podríamos trasladar la frase al Nafta/TLCAN: si quieres el menor daño, prepárate para el peor escenario.