Neoliberalismo, fuente de todos los males. /II

¿Estamos aún a tiempo de echar el freno antes de que el neoliberalismo acabe con todo?

El neoliberalismo no es sólo un conjunto de políticas económicas. Es una racionalidad que interviene y afecta a todos los órdenes de la vida, desde la educación hasta la cultura, pasando por los lugares de trabajo y el hogar; transformando a la ciudadanía en simples homo economicus y poniendo en peligro la democracia. ¿Estamos aún a tiempo de echar el freno antes de que el neoliberalismo acabe con todo?

El pueblo sin atributos, Wendy Brown

Como era de esperarse, la reiterada afirmación del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en el sentido de que el neoliberalismo es el causante de la decadencia y la degradación del tejido social, ha sido motivo de la más amplia y cruenta andanada de críticas de parte de sus más conspicuos y furibundos defensores.

La reacción no solo ha intensificado sus ataques en temas como la salud, los feminicidios, la rifa del avión, entre otros, sino que ahora los utiliza para hacer mofa sobre la denuncia presidencial de los perniciosos efectos que el neoliberalismo ha traído consigo en las relaciones sociales y familiares. Como si las relaciones que se dan en el ámbito de la economía nada tuvieran que ver con las profundas desigualdades sociales y la exclusión de millones de mexicanos que no logran cubrir sus necesidades más elementales. En 2014 había 6 millones 974 mil personas que no podían garantizar su alimento diario, y para 2018 la cifra se disparó a siete millones 873 mil mexicanos (Auditoría Superior de la Federación).

Desde la 4T son contados los políticos e intelectuales que han salido a defender a AMLO en su reiterada afirmación de que el neoliberalismo es la fuente de todos nuestros males, ya no digamos en los medios de comunicación convencionales que aún responden al conservadurismo, sino en las redes sociales.

En el caso particular de los feminicidios, uno de ellos es el senador Martí Batres (El Universal, 17 y 21 de febrero de 2020), quien hace referencia a varios estudios como el de Cimac, reconocida organización feminista que analiza los feminicidios en Ciudad Juárez, Chihuahua, de 1989 a 1993; y  Alice Schyllander que escribe, en 2018, sobre el impacto del neoliberalismo en el género a partir de la violencia y la explotación de las mujeres trabajadoras en las maquiladoras, etc. Al respecto Wendy Brown abriga la tesis de que en el neoliberalismo la subordinación de género “se ve incrementada por el desmantelamiento y privatización de las estructuras del Estado de bienestar orientadas hacia la protección social en distintas áreas”.         

¿Qué esperanza tienen los grupos vulnerables en una sociedad tan lastimada por la creciente e inaudita corrupción e impunidad que hemos padecido en este periodo del capitalismo en su estado más puro y depredador? ¿Cómo un Estado que ha perdido poder y funciones a favor del libre mercado, puede estar en condiciones de responder eficazmente a las exigencias sociales prioritarias?

El modelo neoliberal no solo se ha empeñado en profundizar las desigualdades (México es uno de los países más desiguales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos: el 1 por ciento más rico concentra el 21 por ciento de los ingresos totales), sino también en debilitar el poder y las funciones del Estado (se desmanteló la arquitectura institucional de protección social).

En la escala de valores del capitalismo domina el “poderoso caballero, don dinero”, la competencia como principio esencial del mercado y como pauta rectora de la vida social, lo privado sobre lo público. En la visión del mundo neoliberal todo se ve a través del tamiz económico, de la eficiencia técnica y del costo-beneficio. En lugar del Estado del bienestar, la soberanía popular y el bien común nos encontramos con una selva mercantil de ganadores y perdedores, en donde la brecha entre ricos y pobres ha dejado fuera del camino del desarrollo económico y social a más de la mitad de la población en nuestro país.

Los que ahora están perdiendo sus privilegios, comentocracia incluida, valoran la distinción social con estándares internacionales, el mérito individual, el hablar inglés, los datos duros, los autos de lujo y la ropa de marca. La soberanía nacional y la independencia económica nada importan. Se quejan de que el gobierno federal no sabe cómo responder a la problemática económica y social de la supuesta modernización y atacan a AMLO porque, según ellos, lo único que le interesa es concentrar el poder.

Al igual que en el periodo de transición (el interregno; como lo denomina Gramsci) del liberalismo clásico al Estado de bienestar se vivió el trauma de dos guerras mundiales, la aparición del socialismo y del fascismo, y sobre todo la primera crisis mundial del capitalismo (la Gran Depresión de 1929), en la reaparición (imposición a la fuerza) del nuevo liberalismo también se vivió una transición traumática y violenta, en algunos países subdesarrollados con dictaduras militares de por medio.  Ahora que el neoliberalismo ha dado claras muestras de su agotamiento, los cambios que se están experimentado desde la derecha y desde la izquierda no dejan de causar fuertes resistencias y grandes tensiones sociales.

AMLO y la 4T no la tienen fácil. Las tensiones sociales se han incrementado tanto por el cúmulo de los problemas y su gravedad, como por la sacudida que resulta de los profundos cambios que se están implementando para combatir las desigualdades en todos los frentes, que incluyen la moderación de la opulencia y la indigencia, la igualdad de género y de razas, entre otros.