Nuestro virus local se llama “corrupción”

Nuestro virus local se llama “corrupción”

NOTA BENE

Nuestro virus local se llama “corrupción”

José Antonio Meade ha sido hasta ahora un memorable orador por escrito, y se le conocen muy pocas entrevistas para radio o tv, o discursos en público, no se reconoce su voz pues. Y sin embargo ha demostrado carisma. Tiene por delante la tarea de emocionar, al margen de la tradicional cargada priista, y de enseñar a la gente un proyecto claro y diferenciado de país de lo que hasta hoy nos propone, -o proponía-, el priismo tradicional. Lo que México está esperando es que las propuestas que nos hagan los candidatos lleven, en el fondo y en la forma, un prospecto de algo nuevo, ilusionante y viable que nos incorpore definitivamente al primer mundo que nos merecemos por historia y capacidades de nuestro pueblo y nuestros recursos. No parece difícil que Meade orqueste una ruta que sea creíble y sugestiva y desde luego que sea una alternativa al discurso rupturista y aventurero de Andrés Manuel López Obrador. Muchos piensan que este país necesita tener que elegir entre varias opciones, y no apostar por la menos mala, que es el punto en el que nos encontramos, y por eso AMLO se encuentra en la cúspide de las encuestas. Mente abierta y sin complejos José Antonio Meade nos ofrece la oportunidad de comparar dos opciones de país. Debemos andar con mucho cuidado porque si la extraviamos no volvemos a encontrarla tal y como la dejamos. La paciencia, sino es la virtud suprema, por lo menos forma parte de todas las demás. Incluso nuestros políticos profesionales desean mantenerla, sin que se les note esa perturbación que inevitablemente producen las esperas demasiado largas. Necesitamos paciencia y observar y escuchar a los dos candidatos entre los que se decidirá nuestro futuro: Meade y López. Votar también cansa. Sobre todo si después de depositar el voto en la urna nos damos cuenta de que todo sigue igual, que es lo que ha ocurrido en México en las últimas décadas. Si es verdad eso de que cada país tiene lo que se merece, lo que teníamos que preguntar es qué habremos hecho para merecer esto. Llega un momento en el que trabajar de elector no únicamente cansa, sino que aburre. Nuestro virus local se llama corrupción y lo que queremos oír es como se propone acabar con ella. Los partidos políticos, que durante un largo tiempo se pusieron de acuerdo para llevárselo todo, ahora se están llevando muy mal. Es una buena señal y deseamos que se asiente.

Por Antonio López de la Iglesia