Nuestro virus local

Nuestro virus local

Creo firmemente que estamos viviendo en la indecencia. Siendo un estado rico en todos los órdenes no es de recibo que haya pobreza y que estemos viviendo prácticamente en estado de emergencia. Alguien tiene que decirlo: Aquí, en Tabasco, se están haciendo compras de guerra. Se están acumulando alimentos porque hay miedo de que se acaben. Tenemos un virus estatal. No hay enemigo pequeño y todos los virus lo son, a pesar de que los místicos se pasaran su ascendente vida hablando de la “maravilla de la creación”. Es mentira. Hemos permitido que crearan un planeta hostil donde se han aclimatado toda clase de bichos, los buenos y los malos, ante la indiferencia de la llamada Madre Naturaleza, que es absolutamente neutral. Le da lo mismo el virus global del zika, que nuestro virus local, que es la corrupción. Es como si los hospitales rechazaran a los que están enfermos. La pequeña porción del planeta Tierra en la que vivimos no es ni mucho menos la más inhóspita. Ahora está desquiciada por el guirigay de los políticos, que se han especializado en el arte de insultar a otros políticos. Si se conocerán ellos para verse obligados a oponerse unos de otros. Entre calé y calé no cabe la buenaventura, pero sí entran holgadamente los malos presagios. Los partidos políticos, que durante un largo tiempo se pusieron de acuerdo para llevárselo todo, ahora se están llevando muy mal. Mientras, la buena gente de la calle de lo que se acuerda es de la madre que los parió a todos. Nuestro virus local ha sido identificado: se llama corrupción. Se combate con la decencia y no con insultos en las redes sociales contra los que piensan de otra manera. Si es que piensan. Estamos arreglados los tabasqueños con tanta gente queriendo arreglarlo todo y sospechamos que esto no se aclarará, para bien, para mal o para lo que queramos, hasta las elecciones. Aquí de lo que se trata es de ser decentes y que todos vivamos como nos corresponde, con dignidad. Aquí de lo que se trata es de acabar de una vez por todas con la caterva de corruptos que han estado y están en los gobiernos de todos los órdenes. Gentuza que nos representa por desgracia ante todo México y que no debemos de volver a dignificar. Porque la hemos dignificado en muchas ocasiones, no nos engañemos. Tenemos nuestro voto para cambiar el estado terrible de las cosas como herramienta fundamental. Es una de las ventajas de la democracia, que es buena y bonita, aunque no sea barata, pero sobre todo no es aburrida. Todo lo anterior es un grito, una súplica de cambio. ¿Quién ganará las próximas elecciones? Al parecer son inevitables. Quizá se pueda aventurar que el triunfado/a será un sospechoso/a. Aunque únicamente lo sea por haber logrado no infundir sospechas. Cuando no se pueden resolver las diferencias es preferible que se disuelvan ellas solas, pero hay que agitarlas mucho antes de que nos las traguemos todos. Hay cócteles que consiguen hacer intragable algunas bebidas que amamos por separado, pero los barmans políticos jamás han sido piadosos con sus clientes. Tienen en cuenta su corazón, pero no su hígado.