OPINIÓN

Middle Income Trap

Desde hace algún tiempo asisto cada fin de año a una conferencia en Marrakech sobre distintos temas económicos, políticos, sociales e internacionales de lo que aquí se llama el Atlántico y que siempre resulta de gran interés para mí. Los temas que se discuten son de todo tipo; siempre hay mexicanos interesantes, pero desde luego africanos, europeos y norteamericanos que me permiten tener una visión un poco distinta a la que puede uno adquirir en Estados Unidos, en México o en América Latina.

Una de las sesiones en esta ocasión me llamó mucho la atención, referente a la trampa o al atolladero del ingreso medio, concretamente al dilema que muchos países del mundo entero, y en particular de América Latina, han enfrentado en los últimos años. Se trata de un síndrome que parece ser constante, generalizado e insorteable para muchas naciones. Existe un gran número de países que pudieron pasar de economías y sociedades de ingreso bajo -definido como se quiera, pero se entiende pobres- a una etapa de ingreso medio -de nuevo, definido como se quiera- con alguna facilidad y dentro de una temporalidad razonable. No cinco o diez años, pero sí treinta o cuarenta años. Sin embargo, dichos países, tanto en América Latina como en otras partes del mundo, con algunas excepciones que a continuación mencionaré, se estancaron al llegar a esa etapa.

Esta comprobación de hechos, que algunos han elevado a nivel de una teoría, es indiscutible como tal. Con excepción de países que no lo son -Hong Kong, Singapur y Taiwán- y una sola nación que lo es a medias -Corea del Sur- ningún país del llamado Tercer Mundo ha podido “graduarse” de la categoría de “ingreso medio” a “ingreso elevado”. En Europa Oriental, a partir de 1989, y con la enorme ayuda de la Unión Europea, algunas naciones sí lograron salir de ese atolladero. La más destacada, desde luego, es Polonia; pero otras, como Hungría, República Checa, y quizás Eslovenia y pronto Bulgaria, podrán incluirse en esa categoría.

En América Latina, todo ha sido una decepción. Y aquí es donde se vuelve interesante el asunto para nosotros, sobre todo en la era de la 4T. Si nos remontáramos a finales del siglo pasado, una gran cantidad de expertos, economistas, historiadores económicos, hasta sociólogos y antropólogos, hubieran vaticinado que Chile, en primer lugar, y México, en segundo término, dentro de un cuarto de siglo, es decir, ya pronto, figurarían entre las llamadas naciones de ingreso elevado. Serían solamente países pobres entre los ricos, pero finalmente entre los ricos. Su ingreso per cápita en PPP, se equipararía al de naciones como Portugal, Grecia, sin hablar de Polonia o de Hungría. Eso no sucedió. ¿Por qué? Es la pregunta que se formula en esta conferencia y en muchas otras.

Hoy la explicación más recurrida es la de las instituciones. No se trata de un problema de políticas macroeconómicas, ni de reformas microeconómicas, ni de apertura de la economía, etcétera, sino de problemas institucionales.  Santiago Levy da otra explicación, y probablemente sea muy válida para México, pero solo para México. La explicación institucional no funciona con Chile. Es un país que, con el intervalo de la dictadura de Pinochet, que de todas maneras solo duró dieciséis años, en una historia de ya dos siglos, no afectó mayormente, ni antes ni después, la solidez de las instituciones chilenas. Ahí sí hay estado de derecho, poder judicial independiente, rendición de cuentas y transparencia. Por razones históricas: la pobreza del territorio como colonia, un elemento de inmigración importante, el aislamiento geográfico, en fin, estas explicaciones y muchas más. En otras palabras, explicar la falta de salida de Chile del atolladero del ingreso medio por la vía institucional no funciona.

Tampoco funciona la ausencia de reformas estructurales en casos como el de México y algunos otros en América Latina. Se hicieron las reformas. No todas, no a tiempo, no a fondo, pero prácticamente todas en algún momento sí. Y seguimos siendo, México, Chile y otros países de América Latina, países de ingreso medio. Ingreso medio elevado si se quiere, pero ingreso medio al fin. Esta es la pregunta que debiera formularse la 4T: ¿Por qué llevamos veinticinco años sin salir de ese atolladero? La corrupción es un factor, pero en Chile prácticamente no hay. El neoliberalismo es otra explicación, pero países menos neoliberales, como Brasil, tampoco han salido. Quizás en lugar de perder el tiempo en discusiones ideológicas ociosas, valdría la pena que en la 4T reflexionaran sobre este tema.