Caja de Pandora-31

Mexicanos al grito de justicia; en espera contra la impunidad

  Ojalá algún día, se nos concediera  a los mexicanos y mexicanas, un mínimo de justicia, y  el ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa, Vicente Fox y sus cómplices, sean  juzgados en México, declarados culpables y condenados  a largas condenas, por todos los  crímenes cometidos no solo en nuestro país sino también más allá de nuestras fronteras, como coautores de las muertes de tantos jóvenes consumidos por la drogadicción.

 Sí ese milagro ocurriera, esperaríamos, primero, se juzgue y condene a todos ellos. Por el clima de terror que sembraron y enraizaron en nuestro país y del cual aún no podemos salir a pesar de los esfuerzos y logros del gobierno de la 4ta Transformación. La violencia sigue incontrolable y el incremento de las muertes y desapariciones, de hombres, mujeres, niñas y niños imparable.

 Aun con las buenas intenciones del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y el despliegue militar de la Guardia Nacional que han logrado algunos éxitos, como la detención de importantes capos, como Joaquín El Chapo Guzmán,  todavía para la población es remota  la posibilidad del  control de este cáncer social, porque las bandas delincuenciales siguen brotando como hongos en un bosque y asesinando.

  Miles y miles de mexicanos han perdido la vida desde antes de la llamada Guerra contra el narcotráfico. La cifra es incuantificable, de los que cínicamente el ex presidente Felipe Calderón nombró consecuencia del  “daño colateral”, de la supuesta cruzada que emprendió para disfrazar una estrategia que dejó manos libres a su secretario de Seguridad Pública y los cárteles del crimen organizado para fortalecerlos y generar riquezas inmensas a todos esos jefes de la mafia y funcionarios a su servicio,  obtenidas con dinero ensangrentado y el dolor de las familias de desaparecidos.

  No puede dejar de tocar las fibras de nuestros corazones mirar  a las madres, y padres de los miles y miles de desaparecidos, buscando en lugares inhóspitos algún rastro de sus hijos, hijas, hermanos, esposos, rascando la tierra con sus propias manos, porque en su momento no hubo autoridad judicial de los estados y la federación  que hicieran ese trabajo y  ahora, el problema rebasa a todos.         

 Hace unos días en uno de esos espacios de periodistas honestos que han surgido en el servicio de Youtube, vimos la imagen antigua de una madre con el rostro bañado en lágrimas y una rabia incontenida, reclamando a un indiferente e inconmovible  Felipe  Calderón  la desaparición de sus cuatro de sus hijos. Solo como un botón de muestra de la inmensa tragedia que ha vivido  y vive el pueblo mexicano, en estas últimas décadas. Si me permito en mi siguiente colaboración recuperaré algunas cifras que si bien no nos permiten llegar al fondo de la tragedia si nos ilustran la dimensión de la sombra que cubrió al país.