Para leer sólo se necesita voluntad

Para leer sólo se necesita voluntad

Las personas están expuestas a productos, sobre todo televisivos que distan mucho de ofrecer una formación en cultura general.

Cada vez se está distanciado de los libros y de la lectura, porque se ve como una obligatoriedad, y que al final cae en lo aburrido, sobre todo cuando es impuesta.

Otro de los problemas son las nuevas generaciones, que en efecto leen más, pero sus contenidos son huecos, sin lumbrera, se van a lo que se conoce como el facilismo, y por lo tanto el aprendizaje es casi nulo.

Jamás llegan al punto del análisis, y su corta forma de razonar los milita a un debate, los excluye de esas grandes pláticas, haciéndolos pasar por ignorantes.  

De ahí que los programas que ven, la radio que escuchan y casi todo lo que leen no tiene un trasfondo cultural, y menos de formación.

Desafortunadamente el modelo económico igual incide en esa formación. A muchos gobiernos no les interesa que el joven aprenda, se forme, o se profesionalice, porque es mejor dejarlos en silencio, que no reclamen, y evitan las protestas de una vez por todas.

Ahora, ¿para qué leer?: ¿Es para aprender? ¿Evadir? ¿Soñar? ¿Disimular? ¿Viajar? ¿Obligación escolar? ¿Anhelar? ¿Para saber cómo somos?

¿Cuál es el verdadero eco? El escritor mexicano Eduardo Mejía señalaba que para leer sólo se necesita voluntad.

Eduardo Campech, instructor de mediadores de lectura, indica que leer no es perder el tiempo, y éste es una constante que justifica la no lectura: no leo por no tener tiempo, sostiene.

La lectura es como un caleidoscopio porque desde ella se puede abordar en distintos enfoques como el pedagógico, psicológico, didáctico, literario, histórico, cultural, tiene todas esas posibilidades.

“Se dice que enriquece el lenguaje, siempre y cuando el lector quiera”, pero de manera natural la lectura desarrolla un proceso de conexiones neurológicas, que quizá en la vida habían tenido algún contacto.

Esa lucha contra lo comercial es todo un proceso de disciplina, donde el hombre, antes de experimentar debe respirar profundo, comprometerse, a tal grado que al final sea visto como un bicho raro.

Stephen King, el mayor autor de libros de terror en Estados Unidos, era un lector incontinente desde una temprana edad. Su madre, que tenía dos trabajos se aseguraba que durante su ausencia sus hijos estuviesen ocupados leyendo. Les daba los libros y cuando regresaba les hacía preguntas. Este tipo de formación hizo que King entendiera como estaban compuestos los libros. Estas y otras reflexiones las publicaría después en una joya llamada Mientras escribo.

Sus críticos lo acusarían de escribir meros libros comerciales, pero la técnica depurada con la que los escribía era directamente producto de sus interminables lecturas. El autor norteamericano dice que la media de libros que lee en un año oscila entre 70 y 80. Mientras en México se leen 3.8 libros al año por persona.

PARÉNTESIS

El subsecretario de asuntos migratorios y derechos humanos José Ramiro López Obrador adelantó que el próximo martes se instalará el módulo de ACNUR para atender a los mil migrantes que solicitan visa humanitaria y que serán beneficiados con el programa federal de empleo temporal. (kundera_w@hotmail.com)