OPINIÓN

Periodismo como portavoz de injusticias y compromiso social
08/03/2022

Hoy recordé el momento y los motivos que me llevaron a estudiar periodismo

Por invitación de mis amigos de Presente comparto estas líneas, en una colaboración que me propongo hacer periódica.

Hoy recordé el  momento  y los motivos que me llevaron a  estudiar periodismo, y  de cómo llegué a esa decisión en el segundo año de preparatoria.

La incertidumbre e inseguridad me aconsejó solicitar apoyo  al área de Orientación  Vocacional de la escuela y creo que tomé la decisión más  acertada, porque de ahí obtuve información detallada de cada una de las carreras que en la  década de los 60 y 70 ofrecía la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Eran tiempos en que  ninguna otra universidad pública del país ofrecía la licenciatura en Periodismo y Comunicación Colectiva, como en aquellos años se llamó y de la que habían egresado muy pocas generaciones.

Desde el inicio de  mi búsqueda, descarté la selección de un  área que  no fuera la de las Ciencias Sociales, sobre todo las que tuvieran que ver con las matemáticas, o ciencias de la salud, entre otras. Por motivos de afinidad con lo que despertaba mi interés.

En la de Ciencias Sociales también se incluían  Derecho, Economía, Contaduría, Administración Pública y Relaciones Internacionales.

Finalmente  me decidí por el periodismo, pensando además que era la única carrera en la que vi la posibilidad de seguir trabajando y estudiando, porque no había manera de abandonar mi responsabilidad económica con mi familia y sostener mis estudios.

Seguía pesando en mi conciencia mis desventajas,  a la que se sumaba mi timidez, arraigada en mi personalidad, creo que por mi condición de trabajadora de una fábrica de cápsulas de aceite de bacalao y tortuga cuyo olor se impregnaba en la  ropa  con la que llegaba a la escuela.  ¿Trabajas en una pescadería?, alguna vez se me preguntó.    

  

Mi ventaja fue que la vida me dio como padre un hombre culto y socialmente comprometido;  leer desde joven el periódico El Día (Ciudad de México) y las revistas que llevaba a casa como Política y la lectura de libros de literatura que me heredó mi hermano mayor.

 

Fui obrera desde los diecisiete años, durante los cuales terminé la secundaria,  los tres años de preparatoria y dos de universidad.

Fue difícil estudiar,  a veces el cansancio y sueño de las jornadas diarias me doblaban; pero a la FCPyS de la UNAM llegué  con una gran conciencia social,  que fui  enriqueciendo con muchas más lecturas y la enseñanza de brillantes y comprometidos maestros. 

La timidez fue desapareciendo con la seguridad que proporcionan los conocimientos y la práctica reporteril, enfrentar al jefe de información y a la máquina de escribir, para obligarnos a redactar una nota informativa en el menor tiempo posible.

En 1977, ingresé al periódico El Día para laborar como reportera en el primer suplemento que circuló en la Ciudad de México, sobre temas urbanos, Metrópoli; de ahí en adelante, por más de 25 años, muchos medios nacionales y de Tabasco he recorrido.

Nunca, aún con apremiantes necesidades económicas, recibí dinero o favores a cambio de traicionar mis principios, aprendiendo a vivir solo con mi salario.

Gracias a mi formación, mi trabajo fue ser portavoz de injusticias, violaciones a derechos humanos y dar seguimiento a movimientos sociales que como periodista he presenciado.

 A más de cuarenta años de mi primera decisión, mi satisfacción es moral: recibir el reconocimiento de mucha gente,  cosechar más amigos y vivir el comienzo de un nuevo amanecer  en nuestro país, al que contribuí, creo yo con un granito de arena. (*Ha sido colaboradora de Presente, La Verdad del Sureste, Radio Educación y El Día, así como la agencia CIMAC, entre otros medios)



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