Personajes de las colonias, de los que no se volvió a escuchar

La mayoría de nosotros hemos escuchado voces en la calle cerca de nuestras viviendas ofreciendo frutas, quesos, tortilla, agua o tamales…

La mayoría de nosotros hemos escuchado voces en la calle cerca de nuestras viviendas ofreciendo frutas, quesos, tortilla, agua o tamales…

En lo personal tengo el registro de algunos de estos personajes, pero desafortunadamente desde hace un mes no he vuelto a saber de ellos.

Don Antonio, un hombre de casi 60 años, robusto, siempre portando su sombrero, un paliacate al cuello -lo usaba para limpiar el sudor de su frente-, y con su plática de campo, era quien me llevaba el chocolate en barra, ya fuera amargo o dulce, además me ofrecía la avena con cacao y con canela.

Muy de mañana gritaba casi a la puerta. Al abrir, clavaba una mirada y decía: buenos días, le traigo su producto.

Me comentaba que venía desde el municipio de Jalpa de Méndez, de su comunidad no me acuerdo, pero siempre indicaba orgulloso que todos le conocían, e incluso tuve varias invitaciones de su parte para ir a su casa.

Otro fue un señor que nos dejaba el cilantro, chile mashito, tomate, ruda, y era acompañado de su hija, una adolescente que cursaba la secundaria. Eso fue lo que un día me contó don Polo abriendo sus ojos y enseñando sus dientes por esa satisfacción que le invadía.

Ellos venían de Nacajuca. Una vez expresó que recorrían cinco colonias desde las siete de la mañana hasta las tres de la tarde. Casi siempre los veía los sábados. Él era quien gritaba a través de un microfonito que había comprado. Una especie de diadema, lo que provocaba un estruendoso sonido, tal vez porque faltaba graduarlo.

Don Chema era el quesero, de Teapa. Bajaba siempre en la central de segunda. Luego agarraba un trasporte para la colonia Tamulté, de ahí empezaba su caminata pasando por la Guadalupe Borja, 18 de Marzo, Las Delicias, Pensiones, hasta terminar sus quesos de panela, hebra y botanero, a veces traía unas tortillas de yuca.

A mi memoria vienen sus comentarios serios sobre la economía y política. Alegaba que para ser alguien se debía trabajar duro, sin contemplaciones, sin quejas. Por eso se levantaba a las cuatro de la mañana para salir tempranito con su venta.

Siempre ofrecía con la punta de un cuchillo un pedacito de queso, y si no había cambio de dinero lo dejaba para la próxima semana. -Total, es mejor que otro lo aproveche a que se pierda. -Decía.

Estos son algunos de los personajes que dejaron de frecuentar las calles por estas colonias. Ciudadanos que a pesar del sol o la lluvia gastaban la suela y su voz.

Sus productos eran de los mejores, frescos, cuidados, y sobre todo porque permitían obtenerlos en la puerta de la casa.

Espero que estén resguardados. Vivos. Vale la pena recordarlos, hablar de ellos. Hacerles igual un homenaje porque son de los que andan al día buscando la sobrevivencia a pesar de la pandemia.

Ese tema igual lo platicamos. Y cada uno portaba su cubrebocas. Recuerdo que los tres coincidían en algo: “Será lo que Dios quiera, pero no podemos quedarnos quietos”.

PARÉNTESIS

La nueva ola presentada ayer (398 casos) por los contagios de coronavirus dejó pensativos a muchos. ¿Será momento de cuidarnos en serio o entrar al semáforo rojo? Recordemos: médicos y enfermeras están agotados. (kundera_w@hotmail.com)