Si en algún momento de nuestras vidas hemos escuchado o incluso pronunciado frases como: "aguántese como los machos"; "lloras como niña"; "la mujer debe obedecer a su marido"; entre muchas otras expresiones de ese tipo, quiere decir que se han reproducido estereotipos de género. Es decir, se han asignado características, atributos y/o roles específicos a las personas, dependiendo si son hombres o mujeres.

Esto ocurre, porque socialmente se nos ha enseñado que esos estereotipos de género son "lo bueno" o lo que "debe ser", aunque vayan en contra de nuestras necesidades e intereses.

Si bien varían, dependiendo la época y sociedad de que se trate, lo cierto es que la tendencia histórica observada a nivel mundial refleja una supra-valoración de lo masculino (lo que hacen los hombres está sobrevaluado); y una infra-valoración de lo femenino (lo que hacen las mujeres está subvaluado).

El problema es que, una sociedad que funciona siguiendo esas premisas, genera asimetrías, desequilibrios, distinciones, restricciones y exclusiones que se traducen en perjuicios, sobre todo cuando los estereotipos de género se utilizan para negar -injustificadamente- beneficios a las personas.

• En otras palabras, cuando los prejuicios llevan a concluir que una persona no es apta para una profesión u oficio determinado, por el simple hecho de ser mujer, se le está discriminando y esa exclusión le perjudica de manera evidente. Para evitarlo, se debe partir del enfoque correcto, usar las "gafas" adecuados, aplicar la perspectiva de género. Instrumento conceptual que permite entender que los roles en la vida de mujeres y hombres pueden modificarse en la medida que no están "naturalmente" determinados. Dicho de otra manera: que las diferencias que históricamente han determinado y promovido las desigualdades son aprendidas.

La perspectiva de género es una metodología que permite "ponerse en los zapatos de otros", para entender sus decisiones frente a los obstáculos y oportunidades que se les presentan.

Por ejemplo, en sociedades machistas como la mexicana, en donde existen marcadas brechas de género, las mujeres tienen que enfrentar mayores obstáculos que los hombres, para alcanzar los mismos objetivos.

En entornos así, en los que prevalece la deuda histórica con las mujeres, es indispensable usar la perspectiva de género tanto a la hora de legislar, como de diseñar políticas públicas y de juzgar.

Pues ello contribuye a que, en el largo plazo, se eliminen las mencionadas brechas y se alcance la tan anhelada igualdad entre mujeres y hombres.

Y es que la perspectiva de género mejora la vida de las personas, cohesiona el tejido de las sociedades y fortalece la dinámica pública de los países. Su uso transforma positivamente cualquier entorno. 

Es por eso que afirmo que la perspectiva de género es una herramienta fundamental para alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres.