Plano tangente
28/07/2025
Aprender de los inteligentes
«El conocimiento te hará libre».
Sócrates
La inteligencia artificial (IA) se está convirtiendo en una parte cada vez más integral de nuestra vida diaria, impactando significativamente diversos campos. Desde la educación y la salud hasta la economía, las aplicaciones de la IA son variadas y están en constante desarrollo. Y aunque siendo estrictos la IA no es precisamente nueva, es cierto que ha cobrado relevancia con la democratización reciente de los Largos Modelos de Lenguaje que permiten hacer preguntas, analizar datos y obtener información en cuestión de segundos. Su aplicación, por supuesto, ha levantado muchas dudas sobre las potenciales implicaciones positivas y negativas de la IA en el aprendizaje.
Entre las aplicaciones de IA dirigidas al ámbito educativo, los Sistemas de Tutoría Inteligente (STI) destacan por su capacidad para personalizar el aprendizaje de los estudiantes. Estos sistemas adaptan de manera dinámica los contenidos, ejercicios y cuestionarios según las respuestas del estudiante, ajustando la secuencia de instrucción para atender sus necesidades individuales y optimizar su proceso de aprendizaje.
Más allá de los STI, los Sistemas de Tutoría Basados en el Diálogo (STD) involucran a los estudiantes en conversaciones estructuradas y enfocadas, guiándolos hacia una comprensión más profunda mediante preguntas estratégicas. A diferencia de los STI, los STD promueven un proceso de aprendizaje más interactivo y reflexivo, fomentando una asimilación más rica de conceptos (Scaffidi Abbate et al., 2025). En el contexto específico del aprendizaje de idiomas, los tutores de IA son cada vez más comunes. Estos sistemas ofrecen lecciones personalizadas e interactivas, a menudo utilizando IA para simular conversaciones reales. Una tendencia creciente para mejorar la interacción persona-máquina consiste en reemplazar elementos simples que imitan la apariencia y el comportamiento humanos, creando interacciones más naturales e intuitivas.
Investigaciones previas afirman que la IA mejora el rendimiento académico mediante experiencias de aprendizaje personalizadas, operaciones administrativas optimizadas y mecanismos de apoyo específicos. Sin embargo, para aprovechar plenamente los beneficios de la IA en la educación, debemos abordar cuestiones complejas relacionadas con el sesgo, las limitaciones de recursos y las consideraciones éticas. El potencial transformador de la IA en el ámbito académico no radica simplemente en la sofisticación tecnológica, sino en alinear la tecnología con experiencias de aprendizaje personalizadas y adaptativas para mejorar el rendimiento académico a un nivel fundamental.
La vida universitaria suele estar cargada de ansiedad, presión y estrés, estados emocionales que la IA podría agravar o aliviar según su implementación. La integración de la IA en el ámbito educativo va más allá de mejorar el rendimiento académico; también tiene el potencial de contribuir significativamente al bienestar mental de los estudiantes, fortaleciendo su autoestima al generar una mayor percepción de autoeficacia. Sin embargo, su aplicación en este campo requiere un enfoque cuidadoso y matizado. Si bien la IA ofrece ventajas como la escalabilidad y la personalización, su efectividad debe complementarse con la intervención humana para brindar un apoyo verdaderamente integral. Un estudio reciente subraya la necesidad de considerar las consecuencias a largo plazo, los aspectos éticos y las mejores prácticas, a fin de garantizar que la IA refuerce (y no comprometa) el bienestar emocional de los estudiantes. Cuando se implementa con responsabilidad y criterio, la IA puede transformar los entornos educativos, promoviendo no solo la excelencia académica, sino también el desarrollo de una salud mental sólida.
En otro terreno del panorama educativo, la AI puede mejorar significativamente las interacciones entre estudiantes y docentes en entornos digitales, lo cual resulta especialmente relevante en contextos de educación en línea y a distancia, donde la IA puede facilitar prácticas pedagógicas más eficaces. Además, el análisis de factores intermedios, como las disparidades de género y las diferencias geográficas, permite comprender con mayor profundidad la compleja dinámica que implica la integración de la IA en el ámbito educativo.
Esta transformación no está exenta de retos. La presencia creciente de la IA en la vida estudiantil plantea interrogantes sobre sus efectos en el bienestar emocional de los jóvenes, su desenvoltura social y su desarrollo cognitivo. La promesa de una educación más eficiente debe ir de la mano con una implementación crítica y centrada en el ser humano. Esto implica reconocer las limitaciones de los sistemas automatizados, abordar sesgos algorítmicos, y asegurar que las soluciones tecnológicas no sustituyan, sino complementen, la guía humana en los procesos educativos.
El verdadero potencial de la IA está en poner la información a disposición de todo el mundo, en descentralizar el conocimiento y, por tanto, en la personalización y libertad de la educación. No obstante, de nada sirven los datos si no se interpretan y se disciernen, cualidades casi exclusivas de la mente humana. Solo utilizándose la ética, la sensibilidad y el criterio puede utilizarse bien la IA. Que, por cierto, hemos cometido un nombre al llamarla así, porque ni es inteligencia ni es artificial. (jorgequirozcasanova@gmail.com)
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