Podando redes

dormía y que amaneciera muerto

Recibo por las redes sociales cualquier cantidad de malas vibras.

Una ingeniosa fue desearme que me diera un infarto mientras

dormía y que amaneciera muerto. Más inteligente y perverso habría sido

desearme que me diera un infarto estando despierto y quedara vegetal toda

la vida.

Una mala vibra frecuente es decirme que estoy moralmente derrotado y

que a nadie le importa lo que escribo. No es muy inteligente tampoco esta

reiteración: ¿para qué perder tiempo increpando a alguien moralmente

derrotado cuyos dichos no le importan a nadie? Más inteligente y

económico sería no mencionarme, dejándome rumiar en solitario, rodeado

de silencio, la derrota moral de no importarle a nadie.

Variante común de la anterior es esta otra: “¿Para qué escribes si nadie te

lee?” La pregunta tampoco es muy inteligente, porque se refuta a sí

misma: prueba que te ha leído al menos el que dice que nadie te lee.

Asunto aparte son los insultos, verdadera especialidad de la mala vibra

tuitera, en cerrada competencia con las faltas de ortografía.

Entre estas últimas una estrella recurrente es: “Valla usted a...”. Hay otra,

misteriosa, porque viene de distintas cuentas pero peca de lo mismo, que

dice siempre: “Estás obcecionado”. Una fiesta continua es el uso de

“aber” por “a ver” y de “aser” por “hacer”.

Entre los insultos, el más inspirado que he recibido hasta ahora es el que

me bautizó como “viejo lesbiano judío”. Todos los demás son una

repetición de chaturas.

No he tenido la curiosidad de investigar las redes de procedencia de mis

malquerientes en redes. En una abrumadora mayoría se trata de

seudónimos o nombres falsos con muy pocos seguidores, 3 o 4, y a veces 0.

Son claras extensiones de las granjas que se dedican a la guerrilla política

en las redes.

Hasta hace poco dominaban el terreno ahí las redes obradoristas. Pero veo

crecer a un ritmo acelerado las trincheras contrarias, que en materia de

vulgaridad, repetición y anonimato no cantan mal las rancheras.

Con unas y otras sigo la misma política: las pongo en silencio cuando

pasan por mi vista y no las vuelvo a ver.

He limpiado bastante mi espacio de Twitter con ese trabajo de poda. Lo

recomiendo ampliamente.