Polarización política y elecciones

Finalmente, el hartazgo ciudadano con el régimen neoliberal se manifestó pacífica y mayoritariamente en las elecciones de julio de 2018

Finalmente, el hartazgo ciudadano con el régimen neoliberal se manifestó pacífica y mayoritariamente en las elecciones de julio de 2018, estableciendo así una ruta diferente, antagónica a la de un sistema económico generador de injusticias y desigualdades.

El acuerdo en lo fundamental entre el PRI y el PAN, al que finalmente se sumaron el PRD y PMC con el Pacto por México, se rompió con el voto de las y los mexicanos para dar paso a un nuevo proyecto de nación encabezado por el presidente AMLO.

Este cambio radical en la dirección política del país fue producto de una larga lucha que se libró a partir de 1988, cuando se confrontaron dos proyectos distintos al interior del PRI: el neoliberal que pretendía encumbrar al mercado como regulador de la sociedad y facilitar el empoderamiento de una pequeña élite empresarial para construir el llamado “capitalismo de cuates”, mediante la simulación y el diseño de sofisticadas estrategias de corrupción e impunidad; y el neocardenista, que postulaba el fortalecimiento del Estado para conducir los destinos del país ponderando la soberanía, la independencia económica y las causas sociales de las mayorías empobrecidas.

La confrontación electoral se resolvió a favor del PRI y su candidato Carlos Salinas de Gortari a través de uno de los fraudes más evidentes y cuestionados de la historia moderna. El proyecto neoliberal se puso en marcha con reformas estructurales (privatizaciones, desregulación, libre comercio, etc.) avaladas por la alianza legislativa entre el PRI y el PAN. El rechazo a este proyecto estuvo a cargo del reagrupamiento institucional de las izquierdas en el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Así, la polarización política entre las izquierdas y las derechas encontró en el neoliberalismo el campo de batalla para dirimir sus diferencias.

Es importante destacar que la polarización política tiene su fundamento en la polarización social que es consustancial a las relaciones de producción que se dan entre empresarios y trabajadores, entre el incremento de las ganancias de los primeros y el deterioro de los salarios de los segundos.

El abismo entre ricos y pobres se ahondó con el régimen neoliberal, desdibujando las conquistas laborales alcanzadas durante la industrialización del país (“milagro mexicano”). En México, se logró no solo uno de los salarios más bajos de América Latina, sino también un sistemático deterioro de la educación, de los servicios de salud y, en general, del sistema de protección social.

La desigualdad, las injusticias, el desempleo, la pobreza y la exclusión se encumbraron durante este periodo, alimentando el hartazgo social y poniendo en la balanza electoral, una vez más, a simpatizante y opositores del neoliberalismo.

A pesar de las trampas y los vicios acostumbrados por el PRI, el PAN y la élite empresarial dominante, el triunfo de Morena y sus aliados fue contundente. La mayoría de los mexicanos se pronunció por la transformación del régimen político y el modelo económico adoptado por la tecnocracia neoliberal.

Por eso, las políticas orientadas a reducir las desigualdades sociales y regionales implementadas por el presidente AMLO, han encontrado fuertes resistencias de las derechas que, aprovechando las crisis sanitaria y económica generadas por la pandemia del Covid-19, han intensificado sus ataques al presidente AMLO porque decidió aplicar una estrategia heterodoxa para impulsar la recuperación económica, esto es, apoyar a las pequeñas y medianas empresas y, en general, a los grupos sociales mayoritarios, antes que endeudar al país para rescatar a las grandes empresas.

Todas las acciones de la 4T para crear una sociedad más justa e igualitaria son severamente cuestionadas por la élite empresarial, sus partidos políticos subordinados y el 90% de la comentocracia, que ahora dirigen sus ataques a denostar al presidente AMLO (hasta la revista Forbes le entra) y pedirle que renuncie (Frenaa). Todo con la finalidad de dividir a la sociedad entre los simpatizantes y los opositores del “obradorismo”. De ahí que nada es más engañoso que echarle a él la culpa de polarizar a la sociedad.

La política es una permanente lucha de intereses que se dirimen democráticamente entre el conflicto y la colaboración. Durante décadas la mayoría de los partidos confluyeron en el centro político para lograr acuerdos que dieron vida al neoliberalismo. Esa mayoría perdió la hegemonía política y no le queda más que oponerse o llegar a acuerdos.

La polarización ideológica que divide a los partidos que apoyan al neoliberalismo y los que simpatizan con la 4T, así como el grado de enfrentamiento que alcanza sus posiciones es lo que determina el nivel de la polarización política.

En las elecciones de 2021 podremos observar que tanta cohesión logran los que se oponen a la 4T (“Sí por México”, el PRI, el PAN, el PRD y el PMC) y los que abrigan este proyecto de transformación (Morena, PT, etc.). Al final, el antagonismo de estas posiciones políticas será resuelto por el voto ciudadano.