PRI, en busca de la identidad perdida

PRI, en busca de la identidad perdida

Cuando vino a Tabasco recientemente el ex priista Ricardo Monreal y ahora líder de los senadores de Morena, afirmó: lo malo no es haber sido priista, sino seguir siéndolo. Lo dijo para quienes ahora militan o simpatizan con Morena, o coquetean con el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, que no son pocos.

Pero sería más adecuado aplicarlo a los priistas, cambiando un poco el sentido de la expresión: el problema no es militar en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), sino estar ahí y no ser priista. ¿Entonces, para qué tener un carnet de partido?

Una de las personas que en mayor medida ha defendido esa camiseta es la ex candidata al gobierno de Tabasco, la ex senadora Georgina Trujillo. En cada ocasión que se presenta insisten en la definición de los priistas, en no traicionar la militancia, seguir al tricolor en las buenas y en las malas. No andar chapulineando, o robaleando.

Si hablamos de identidad perdida en el PRI nos encontramos con una dificultad: la definición de qué significa ser priista. Creo que fue el cronista y crítico  Carlos Monsiváis quien dijo alguna vez que “el priismo no era una militancia en un partido, sino una forma de vivir, una forma de ser. Una segunda piel”. Como en la película de Pedro Almódovar: la piel que se habita.

Fue sobre todo Carlos Salinas quien puso en grave aprieto la identidad priista, cuando se le ocurrió incorporarle la ideología neoliberal en sus documentos básicos, luego de que la llamada tecnocracia comenzó a desplazar a los políticos del poder. A estos, claro, ya los estaba carcomiendo la corrupción.

Para no ir tan lejos, el mayor golpe a la militancia tricolor sucedió en las elecciones del 2018 cuando la cúpula optó por imponerle un candidato sin militancia, y sin identidad partidista: José Antonio Meade. Esta falta de definiciones mandó al tricolor a un lejano tercer sitio en las votaciones. Y lo dejó a la deriva.

Para algunos, el priismo era lo más negativo de la sociedad: vicios como la corrupción, el nepotismo, el compadrazgo, el agandalle, el patrimonialismo, el charrismo sindical, el derroche y la ostentación del poder, etcétera. Ya vimos que eso no es privativo de un partido. ¿Será una cultura?

Otros, más benévolos, consideran que el verdadero priismo es aquel que abrevó de la Revolución Mexicana, formado en el nacionalismo revolucionario, la defensa de los recursos naturales y la soberanía, el impulso a la educación laica y gratuita, la medicina pública, la separación de la Iglesia y el Estado, la reforma agraria, etcétera. Banderas que también, estamos viendo, no son exclusivas del tricolor.

Enfrascados en la lucha por el poder, los grupos que ayer se disputaron los escasos votos en las urnas tricolores enfrentarán ahora una dura realidad: ¿qué priismo quieren?

¿El de la simulación que denunció José Narro cuando decidió renunciar a la contienda y salirse de ese partido después de 46 años de militancia? Porque dijo el ex rector: “Hoy hago pública mi decisión de renunciar a formar parte de la simulación en el proceso de elección de la nueva dirigencia de mi partido”, ya que se dio por vencido al observar que nada cambiaba a pesar de que “el PRI atraviesa por una etapa de riesgos graves”

Aquella en la que a la “cabeza ubica a la simulación y a los excesos, cerca a los apegos de nuestras causas, la falta de democracia interna y la lejanía, cuando no olvido de la militancia y de los liderazgos de base”.

O quizá hayas quienes estén convencido de que Alejandro Moreno Cárdenas, Alito le dicen, será capaz de construir una oposición “competitiva, asertiva, constructiva y un PRI que levantará la voz, seremos una oposición que le sirva a México”.

Porque, según dijo, “los priistas no quieren divisiones, queremos reconciliaciones. Quieren un partido fuerte y vigoroso, y siempre unido”.

Previendo quizá lo que viene, que habrá quienes estén ya con un pie en otro proyecto, indicó “yo los invitaría a que se queden en el partido, espero que estén en el PRI para que juntos construyamos el mejor PRI de todos los tiempos y volvamos a ganar en las elecciones”. ¿Moreno contra Morena?

Algunos se irán, otros seguirán tratando de democratizar al PRI –eso desearíamos -, o simplemente se quedarán esperando que como siempre un día les vuelva a tocar el reparto del poder. Un poder cada vez menor y más dispersado.

SUMAS Y RESTAS

Ahora no cuentan quienes votaron, sino aquellos que no lo hicieron; porque estos últimos serán clientela electoral para el 2021 de quien ofrezca más. La subasta de la política.