OPINIÓN

Puntos Suspensivos
08/10/2025

¿Por qué fracasan los países?


Daron Acemoglu y James A. Robinson nos muestran en el libro "Por qué fracasan los países" que el desarrollo no es cuestión de suerte, cultura ni recursos naturales, sino de política: el poder y la forma cómo se distribuye determinan las reglas del juego, y esas reglas son las que marcan el rumbo de una nación.

Sin duda la obra de Acemoglu y Robinson es un referente de análisis. Nos hace pensar en qué cancha realmente estamos jugando. Conceptos como economía, educación, cultura, innovación, progreso tecnológico, políticas públicas bien estructuradas y acordes a una realidad, e inversión al capital humano, son apenas algunos de los temas que ayudan a un territorio para marcar la diferencia.

México, comparado con naciones como China, Japón, Estados Unidos, Inglaterra, Suiza, entre otras, se encuentra alejado de un nivel de primer mundo. Sin embargo, tiene sus ventajas en relación con Guatemala, Haití, El Salvador, Panamá, como un espejo para ellos, por decirlo de esa manera.  Aunque dentro del mismo México existe todo un mosaico de diferencias, el sur en desventaja con el norte.

Recurro al pensamiento del escritor y político Enrique González Pedrero, quien señala en uno de sus ensayos de su libro "Puntos de referencia": el poder es siempre temible, quien lo ostenta debe saber bien a qué atenerse, y de este modo puedo decir que depende mucho la conducción de un país. Por ello, es necesario descentralizar, distribuir y repartir el poder en beneficio de la colectividad, porque en caso contrario la balanza se inclina hacia un solo lado, y los poderosos ganan la partida.

Los gobiernos requieren de un apoyo plural, que refleje una correlación de fuerzas.

No pueden existir pobres, e incluso, pobreza extrema, frente a naciones poderosas que sólo miran de reojo para aprovecharse qué pueden tomar de esas naciones. Y aunque el mensaje del libro es claro: para que un país prospere, necesita instituciones inclusivas que distribuyan el poder, fomenten la participación y promuevan la igualdad de oportunidades, pero, es muy difícil que todos puedan lograrlo.

Cuba, por ejemplo, es uno de los más rezagados en economía, su gente, aunque no se quiera decir, padece de alimentación, aunque su ventaja está en la educación y la salud.

México, por su lado, debe exigir de manera urgente un ordenamiento constitucional coherente, no jugar a las inventivas. Reformas como la económica y social ya no deben esperar, hay que crear riqueza, y aprender a distribuirla equitativamente.

¿Por qué fracasan los países?, es una pregunta clave que abre horizontes, y puede dejarnos en silencio por un instante. ¿El objetivo?, reflexionar hasta cuándo aprenderemos que la ciudadanía tiene un valor importante, y también es una moneda de cambio que nos sirve para darle mejor valor: la participación ciudadana.

Y como diría el filósofo inglés Thomas Hobbes: cuando el Estado falla, la violencia recíproca toma el lugar de lo público.





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