¿Qué Esperar el 3 de Junio?

López Obrador denunció fuerte los abusos del poder, cuando no lo ejercía. Ahora, abusa del poder para retenerlo y deja caer toda su fuerza y autoridad sobre quienes exhiben sus posibles actos de corrupción y su pésimo desempeño.

En la medida en la que el día de la elección se acerca, en esa misma medida el ambiente político y social se tensa.  No recuerdo proceso electoral que haya alcanzado el grado de rispidez que éste ha registrado. Sí recuerdo, en cambio, que en todas las ocasiones en las que ha participado, Andrés Manuel ha tenido un protagonismo estridente en los procesos postelectorales, a excepción, por supuesto, de las elecciones del 2000 y del 2018, cuando ganó la jefatura de Gobierno y la presidencia de la república, respectivamente. 

En todas esas ocasiones manipuló información, movilizó partidarios y confundió a buena parte de la opinión pública.  Así, a través de la visibilidad obtenida, forjó la imagen de un líder carismático cuyo objetivo coincidía con los deseos de la mayoría de los mexicanos: detener el manejo autocrático del poder por parte del PRI.  Con un discurso en pro de la democracia y en contra de la corrupción, a la vez que crítico de las instituciones, consiguió concentrar en su personaje interés y credibilidad. Con el tiempo y con un muy disciplinado apego a su rol, consiguió erigirse como el líder que podría transformar al país.

Andrés Manuel no ha cambiado, lamentablemente. Se ha mantenido como activista bajo la creencia de que, para cambiar el país, es necesario un presidente todopoderoso.  Estos años han demostrado que ha estado equivocado. Ha sido bastante exitoso en desmantelar buena parte del poder de las instituciones erigidas para limitar el poder presidencial.  Ha conseguido, en buena medida, alcanzar su sueño: construir una presidencia casi similar a la que ejercieron la mayoría de los presidentes priistas del siglo pasado. Pero ha sido incapaz de atender, siquiera, los graves problemas del país. Su ineptitud, así como altos niveles de corrupción se han hecho evidentes, especialmente en estos días, en los que las campañas electorales están por llegar a su clímax. De ahí que esté echando mano de los recursos que mejor ha manejado: la estridencia, la acusación, la mentira. 

En todos los procesos electorales en los que no resultó ganador utilizó el ruido, el grito, la acusación y el insulto. La denuncia, en un ambiente de escepticismo y sospecha, resulta altamente efectiva. Jamás ofreció evidencias de lo que denunció; nunca probó los delitos que reclamaba se habían cometido en su contra. Pero lo hizo en calidad de perdedor. Fuera de las instituciones. Fuera del poder del Estado. Hoy, por el contrario, está levantando las arenas, está haciendo ruido, está denunciando, está creando las condiciones para reclamar ser la víctima, cuando haya necesidad. Hoy lo hace, antes de las elecciones y desde dentro, con todo el poder que la Constitución le concede.

Contrariamente a lo presupuestado, las campañas no están resultando el día de campo. El manejo desesperado de encuestas podría estar revelando que los números no son exactamente los que se esperaban. La acogida que la candidata presidencial opositora está recibiendo en varios lugares genera inquietudes, sin duda, en Palacio. De ahí que recurra al ruido, a la autoafirmación. Pero, ahora que lo hace con poder, se ha extralimitado, ha dejado plena constancia de su falta de empatía. 

Descalifica a Ceci Flores, una madre buscadora, sin que quede claro que, efectivamente, su denuncia carezca de fundamento, con la finalidad de despreciar la lucha por la recuperación de miles de personas desaparecidas. Humilla a María Amparo Casar para invalidar así, la magna tarea de Mexicanos Contra la Corrupción y desviar la atención sobre los graves señalamientos documentados sobre su proceder y de su familia en Los puntos sobre las Íes. Contraargumenta el secuestro del obispo Salvador Rangel—quien ha denunciado la conexión de las autoridades guerrerenses con el crimen organizado—con una sospechosa acusación que atenta contra su privacidad y que contribuye a reforzar las estigmatizaciones sociales sobre la sexualidad.  No se opone a que el gobierno de la CDMX oculte información pública sobre los análisis del agua de la Ciudad, para proteger a sus candidatas y candidatos.  Su partido anuncia juicio político contra la presidente de la Suprema Corte de Justicia y presenta denuncias penales contra Xóchitl Gálvez. ¿De qué se trata?

López Obrador denunció fuerte los abusos del poder, cuando no lo ejercía. Ahora, abusa del poder para retenerlo y deja caer toda su fuerza y autoridad sobre quienes exhiben sus posibles actos de corrupción y su pésimo desempeño.  Lo hace en estos momentos, en medio del proceso electoral.

¿Qué podemos esperar a partir del 3 de junio?