Recomponer el sistema público de salud; déficit de 450 mil trabajadores en sanidad

Frente al contagio la prevención, más que la resignación

MÉDICOS y trabajadores(as) de la salud en México y en el mundo laboran horas extras. La importancia del sistema público de sanidad debe ser revalorado. En octubre de 2019 el titular de la Secretaría de Salud, Jorge Alcocer, admitió que en nuestro país existe un déficit de 200 mil médicos y 250 mil enfermeras(os), sin contar con la frágil y desmantelada estructura hospitalaria. El compromiso del nuevo gobierno fue y es recomponer todo el sistema.

La pandemia del coronavirus nos ha mostrado la importancia de un sistema y modelo de salud pública robusto, así como de autoridades comprometidas con la lógica y la razón. 

Alemania tiene más de 20 mil casos confirmados de coronavirus, pero una muy baja tasa de mortalidad; 72 frente a los más de 4 mil muertos en Italia, un mil 556 en Irán y un mil 326 en España.  Una detección temprana del virus, reacción inmediata y solidaria, un sistema de salud organizado, entre muchos otros factores explican los resultados hasta ahora.

Me parece justo reconocer y revalorar el esfuerzo de quienes trabajan en el sector salud. Pero este aplauso debe ir acompañado de una revisión de nuestros hábitos sanitarios. Como le decía en una colaboración anterior, tenemos sobrecargado nuestro sistema de salud por padecimientos que pueden ser prevenibles, evitables o mitigados tanto en la conducta personal como en los propósitos del mercado. 

¿Sería mucho pedir que en estas circunstancias también las autoridades en todos los niveles apoyaran a las y los trabajadores de la salud?

LA MURALLA CHINA

NO SE PUDO contener a un infectado y China tuvo primero que amurallar a la ciudad de Wuhan con más de 10 millones de habitantes. Aunque no pudo evitar que se expandiera el contagio del coronavirus, sí logró mitigarlo. La lección: contener a uno es mejor que inmovilizar a 10 millones, pero hacerlo con 10 millones es mejor que hacerlo con 100 millones. O los más de mil 300 millones que tiene China. Frenar la movilidad aérea –un sector- menos catastrófico que paralizar a todos los sectores productivos.

Todo indica que hasta ahora el sector salud en México ha logrado limitar los contagios. ¿Hubiera sido más eficaz con la colaboración de los líderes y los políticos? Sin duda. 

Veamos nuestro entorno. 

Hasta el 21 de Marzo, fueron reportados en Estados Unidos 25 mil 425 casos de infectados, 287 de muertos y 147 de recuperados. Estas cifras son difundidas diariamente por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En relación al día anterior, se registraron 6 mil 324 casos más de afectados por coronavirus en nuestro vecino del norte con quien nos une la frontera, los lazos comerciales y el tránsito diario de personas. 

Me dice el investigador Javier Herrera que ha venido siguiendo diariamente los datos de esta pandemia: Estados Unidos superó rápidamente a Irán y Alemania en casos detectados, colocándose en el tercer sitio mundial en sólo cinco días que a mediados de semana puede ya haber superado a Italia. Ayer, cuando escribía estas notas, los EEUU rebasaron los 32 mil infectados. Oficialmente se reconocía la cifra de 400 fallecidos.

México, pegado a la primera potencia mundial, reportaba en esos momentos 251 casos confirmados y 2 muertos. Se ubicaba en el lugar 50 a nivel mundial. Es un registro que cambia constantemente aunque no en igual ritmo y depende de la respuesta de la población y las autoridades; también, por supuesto, de las circunstancias previas al contagio.

DIFUSIÓN EXPLOSIVA

MUCHO se ha escrito sobre el coronavirus, aunque no lo suficiente para que impere la lógica. En El Colombiano publicó la periodista Helena Cortés Gómez: “Actuar a tiempo podría frenar la expansión del virus. Para entender cómo funciona la propagación, Ander Galisteo, investigador del Instituto IMDEA Networks y la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), sugirió un ejercicio mental en una columna en Agencia Sinc. “Supongamos que somos el paciente cero (el primero) de una enfermedad como ésta. Los contagios que provoquemos dependerán de dos factores. Por un lado, del número de personas con las que interactuemos. Si fuéramos un ermitaño en mitad del bosque que no se relaciona con nadie, en cuanto nos curáramos o nos muriéramos a causa de la enfermedad, ésta ya no se propagaría más”.

Añadió: “La forma en que esta enfermedad se transmite es a través de gotículas en las que se aloja y se pasa de uno a otro entrando por la boca o por los ojos. Galisterio agrega que enfermedades como el ébola son más difíciles de contagiar porque se transmiten en gotas gordas, lo que requiere mucha cercanía con el enfermo. Otras, como la tuberculosis, tienen un factor de propagación más alto ya que la bacteria se aloja en las gotas más pequeñas. El coronavirus se trasmite en gotas medias, lo que implica que a partir de cierta distancia de la persona infectada, caen al suelo y no llegan a la gente de su alrededor” (21 de marzo). 

La conclusión es sencilla pero difícil de comprender: si el enfermo se mueve, el virus se mueve. Me cuentan una anécdota de una persona que entendió muy bien esta fórmula: realizó un viaje a Europa, de regreso se sintió mal; fue a los médicos y le diagnosticaron que estaba libre del virus, pero su buena conciencia le hizo tomar la decisión de aislarse voluntariamente hasta que transcurriera la etapa de riesgo. 

¿Es muy difícil hacer eso? Frenar la movilidad de diez mil, cien mil y hasta un millón de viajeros o más todavía tendría menos impacto en la vida, la salud y la economía.

AL MARGEN

EN TABASCO se habían confirmado cinco casos de importación (viajeros). Sin duda que habrá más. Viene la etapa de contagio local. Mesura, conciencia, responsabilidad y colaboración. 

(vmsamano@hotmail.com)