Reconciliación, perdón y pactos: Imprescindibles para la transformación

Reconciliación, perdón y pactos: Imprescindibles para la transformación

Es completamente natural que no se entiendan varios de los movimientos que realiza el ya Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador, pero tienen todo el sentido del mundo. El problema que se detecta, que es muy grave, es que no se están sabiendo comunicar las tácticas y las estrategias para lograr la reconciliación de todos los mexicanos. En varias ocasiones recientes he analizado en paralelo la Transición española a la democracia con lo que estamos viviendo en estos días en México. Los españoles, que se habían enfrentado a una guerra civil, con la trágica consecuencia de un millón de muertos, decidieron que tenían que pactar la paz y se dotaron de una herramienta denominada “Los Pactos de la Moncloa” que no era otra cosa que demostrar, por parte de todos los bandos, su buena fe y generosidad para con los contrarios, muchos de ellos hermanos, tíos o primos, con los que se habían enfrentado a tiros y bombas. Pusieron sobre la mesa de la Moncloa, residencia del rey Juan Carlos, su disposición a reconocer las barbaridades que unos y otros cometieron y su valentía para concederse el perdón mutuo. Todo se discutió sobre la base de que reconocían que todos querían seguir caminando juntos como colectividad, como nación y como estado, hacia la prosperidad y el bienestar colectivo para lo que estaban dispuestos a entenderse por más difícil que ello fuera cuando había corrido la sangre abundante en el conflicto. Nos encontramos que “Los Pactos de la Moncloa” tuvieron un éxito de gran magnitud y hoy se estudian en todas las facultades de ciencias políticas del mundo la manera tan memorable y ejemplar en la que llegaron a pactar comunistas, socialistas, militares y clero, franquistas y monárquicos. Las consecuencias están a la vista y España se convirtió, con sus grises y negros, en uno de los países más prósperos del mundo. López Obrador está siguiendo una senda muy parecida y por eso da el ejemplo con señales positivas para todos los sectores sociales y políticos. No es ningún capricho el encargar a Manuel Barlett la CFE, ni tampoco los foros que ha propuesto para terminar con la delincuencia y las masacres del crimen organizado. Ni tampoco es casualidad, aunque lo parezca, la libertad de la maestra Elba Esther Gordillo justo el mismo día en que le dan la constancia de mayoría a AMLO. Se trata de que todos los mexicanos nos sintamos representados en una futura mesa de negociaciones para organizar nuestro futuro en un nuevo régimen de libertades reales, con contenido, y con una distribución de la riqueza acorde a los mandatos democráticos, poniendo freno a la corrupción y los saqueos a los que nos habíamos acostumbrado, como si fueran unas plagas que nos había enviado la divinidad y contra las que no se podía luchar. Para que todos  rememos en el mismo sentido es necesaria la reconciliación, a través del perdón, y guardar el ánimo de la venganza en un cajón con siete llaves. Los mexicanos necesitamos pactar un camino, una ruta, hacia el futuro juntos, sin banderas visibles, sin gritos ni insultos, exigiendo revanchas que nos cieguen y nos impidan ver a nuestros hermanos. Y eso hay que explicarlo con la mano en el corazón y la palabra saliendo del alma, convenciendo a todos los actores políticos y sociales, aceptando las nuevas reglas del juego. Como dice AMLO la violencia genera más violencia y estaremos de acuerdo en que ya estamos hartos del odio. Solo hay que explicarlo convenientemente.