RELATO Y SUGESTIÓN

Crear un relato es estructurar una historia para darle vida a un personaje o una situación

Crear un relato es estructurar una historia para darle vida a un personaje o una situación. En política, construir un buen relato, es la antesala del éxito. La comunicación política avanza a pasos agigantados. Hoy, los discursos que apelan a la razón, a la profundidad de los temas, ya no prenden en el ánimo de las personas y mucho menos en los electores y simpatizantes. Esos discursos, salpicados de tecnicismos aburridos, de frases mal elaboradas y lugares comunes, ya pasaron a la historia.

Vivimos un mundo profundamente emocional. Las masas se mueven al ritmo del inconsciente; son presa de los estímulos exteriores; son parte y a la vez generadoras del ambiente inflamable que necesita de la chispa del relato para hacer estallar sus emociones.

En política, quien sea poseedor de un buen relato, lo dominará todo. Por más esfuerzo que el contrincante ponga en la ejecución de un programa de trabajo o una brillante propuesta, caerá indefectiblemente por la fuerza de la sugestión de un buen relato. Porque un relato apela a la emoción, al sentir y al vivir de la gente, a través de imágenes que lo impliquen, lo sacudan y lo animen.

El relato encuentra en las masas a su mejor público, ya que, al ser esclavas de sus impulsos, se rinden ante el poder de una palabra fuerte, combativa y poderosa. Y si esa palabra se hace acompañar con una seguridad a toda prueba, el relato será arrollador. Nadie podrá resistírsele. Todo cuanto venga por delante será destruido por la onda expansiva de sus formas y la percepción del autor del relato, consolidará la majestad de su fuerza.

Los grandes líderes del siglo XX fueron ingeniosos constructores de relatos. Justificaron su presencia en el mundo como un mensaje del destino. Aunaron, a su capacidad oratoria, el ofrecimiento de una historia, de un relato, para impactar en su público y atraerlos a su causa.

De eso se trata: utilizar todos los medios disponibles de la palabra y la imagen para construir historias. En Estados Unidos se le conoce como “storytelling”, el arte de contar historias. No se concibe el triunfo, por ejemplo, de Barack Obama, cuando a través del “Yes, we can”, ofreció el mejor relato posible para alzarse con la victoria, en noviembre de 2018 y cuatro años después, para asegurar su reelección.

Vayamos a lo local. En las internas del PRI Tabasco, en el año 2000, el precandidato Manuel Andrade construyó el mejor relato posible hasta entonces: venderse, como realmente es, como un político construido desde la provincia, “criollito” –decía él- que hizo su carrera desde el puesto más modesto hasta llegar a ocupar cargos de importancia partidista. Contrario a su rival, Arturo Núñez, quien había hecho su carrera desde la Ciudad de México y alejado de Tabasco. El relato “localista” le pavimentó el camino hacia su candidatura y penetró rápidamente en el ánimo social.

Atención: los relatos se construyen con base en historias reales, con una que otra pizca de ficción. Y a la historia real, hay que agregarle siempre una fuerte carga de sugestión para hacerla convincente, creíble y, desde luego, potencialmente destructiva, frente a cualquier estrategia del adversario.

En 2018, a nivel nacional, el relato de la lucha social, le dio el triunfo a Andrés Manuel López Obrador. Un relato construido por una lucha de larga data -1988, para ser exactos- y que fue madurando a través de mensajes, discursos y frases sugestivas que calaron hondo en el ánimo de la sociedad mexicana. Fue tal la fuerza del relato que la gente se apropió de él y finalmente, consiguió el cometido esperado.

Relato y sugestión. Dos dedos de una misma mano. Dos estrategias de convencimiento. No se concibe la una sin la otra. Cada una aporta y suma. Las dos constituyen una fuerte amalgama mediática que lo arrolla todo.