República virtual, anonimato y respeto: bots, escándalos y construcción de realidad

República virtual, anonimato y respeto: bots, escándalos y construcción de realidad

* AMLO, historia y twitters; redes benditas, redes vendidas

* Nuevos medios distancia abolida, anonimato y sin respeto

* Espacio digital interesado: botepronto, sin investigación

 

LA EXCESIVA confianza que se ha puesto en las llamadas “redes sociales” –en realidad redes virtuales-, se consagró  con la expresión presidencial que las calificó como “benditas”. En el extremo hay quienes ya comienzan a denominarlas “vendidas”, por el hecho de que grandes empresas están haciendo un gran negocio del control de ese espacio. Sustituir a las verdaderas redes sociales –esas de la relación cara a cara y sin anonimatos-, puede resultar riesgoso para la estabilidad y la democracia.

Como lectura de fin de semana, acudo a su paciencia y dejo para otro día temas como el presupuesto, la inseguridad, el debate de la economía, entre otros, para asomarme un poco a las redes virtuales de información, esas que agitan la coctelera política, aunque su impacto social no es verificable.

¿Cómo se mide un escándalo virtual? Estamos a oscuras. Por esa razón, seamos cuidadosos al procesar información que surge del espacio digital/virtual. La mayor parte no es lo que parece.

AL CALOR DEL MOMENTO

COMO LE DECÍA, el presidente López Obrador gusta de estas plataformas, “las benditas redes sociales”; aunque tres twitters de su autoría, temática/golpe de estado y su imposibilidad, generaron tensión en la opinión pública, cual tema tabú. Se reprochó a AMLO la temática golpista, sin reparar en el control de daños que intentó luego del primer twitter sobre historia de México, Madero y Huerta en la memoria trágica de la política nacional. Hubo debate sobre la historia y el presente de México. Se mezclaron ambos momentos sin lógica y causalidad. Ahora, con la sacudida de Bolivia y la renuncia obligada del presidente Evo Morales por presión militar, quizás se hilará más la relación de esta temática inquietante para escenarios democráticos.

Lo que sucede en las redes virtuales no tiene mesura, orden y transparencia. Las regulaciones jurídicas brillan por su ausencia y la calidad del debate es desigual. Hay que identificar la dificultad de comunicación que se produce, independientemente del nivel de acceso/uso ciudadano. Los llamados bots, cuentas ‘mecánicas’ sin usuarios reales, entronizan el anonimato y la capacidad de manipulación temática para configurar trending topics (tendencias). Es parte vital de la política del siglo XXI, dominar la narrativa y “la conversación” virtuales. Poco se reflexiona sobre qué cambios de valores se producen en el espacio público, con la comunicación digital en tiempo real. Ya se ha dicho cómo en la lucha electoral el consorcio de Donald Trump logró sacar el máximo partido al control de datos y convirtió en poder presidencial una de las más reaccionarias propuestas.

El libro “En el enjambre” de Byung-Chun Hal (2014), hay ideas que advierten la complejidad del espacio virtual: “La comunicación digital deshace, en general, las distancias. La destrucción de las distancias espaciales va de la mano con la erosión de las distancias mentales. Sin distancia no es posible ningún decoro y respeto”. Al abolir la distancia frente a los hechos, el espectador se convierte en mirón y pierde la noción de respeto. Desde millones de cuentas electrónicas, hay mirones que transmiten los hechos sin reflexión. El mensaje se lanza en caliente (sin verificaciones, que toman tiempo) y se atropellan valores centrales del periodismo. Las redes multiplican el escándalo y potencializan el caos informativo que -desde el anonimato- atrofia buena parte de la discusión pública. Apostarle sólo a las famosas redes tiene sus riesgos.

Existe un mundo virtual sin respeto por valores de la civilización occidental: “El respeto constituye la pieza fundamental para lo público. Donde desaparece el respeto, decae lo público”. Y más: “Nos embriagamos hoy con el medio digital, sin que podamos valorar por completo las consecuencias de esta embriaguez”.           

ACCESO A MEDIOS Y DEMOCRACIA

EN NUESTRO país, 83% de la población cuenta (por diferentes vías) con acceso a Internet. 50% tiene línea telefónica de domicilio y 65% cuenta con celular (con independencia de los servicios que incluya). 95% cuenta con acceso a televisión abierta y radio. El porcentaje de acceso a televisión de paga cae drásticamente: 35% de la población. Son números del INEGI 2019, “Reporte sobre acceso a información en México”. Si observamos los datos, la república virtual (83%) se acerca a la república mediática (95%), mientras que el teléfono fijo se queda (50%) y el celular va en ascenso (65%). Lo que nos comunica aparentemente también nos aísla.  

Este panorama de acceso a la información, puede darnos una idea de los niveles de censura que actúan a partir de los niveles de cobertura de cada modalidad de comunicación. Ahora bien, existe un efecto óptico engañoso para las democracias contemporáneas: el escándalo virtual pesa más, pero no tiene la mayor penetración social. Muchos políticos se espantan con el petate virtual.    

En términos de calidad del contenido, ocurren tantas cosas en tiempo real que las redes sociales no tienen la velocidad ni el ritmo periodístico de un medio tradicional. Ha cambiado también el flujo de información que debe procesar el público en corto tiempo; ocurren errores en la construcción de la verdad pública, porque envueltos en la velocidad virtual y la proliferación de interlocutores anónimos el relato social se desdibuja y nadie sabe exactamente qué ha sucedido. Nadie es responsable; los valores se esfuman. (vmsamano@hotmail.com)