Se nos heló la esperanza con la “Bala de Plata”

Ya me daban por muerto en algunos corrillos y en varios mentideros chocos pero aquí estoy: a flote en mi diario Presente. Unos tres mil artículos, o columnas

Ya me daban por muerto en algunos corrillos y en varios mentideros chocos pero aquí estoy: a flote en mi diario Presente. Unos tres mil artículos, o columnas, en números redondos -no todos redondos, por supuesto-, no han bastado para perderle el miedo al folio en blanco y muchas veces, como hoy, he lamentado que en las papelerías no los vendan ya escritos. Quiero decir que mientras más viejo más complejo. Y más responsable ante los desconocidos amigos que tengan la santa paciencia de dedicarme tres minutos, que es lo que dura un asalto y un artículo de treinta y tres renglones de sesenta espacios. No ignoro que nada hay más antiguo que el periódico de ayer y que todo lo que se escribe en las volanderas páginas de un periódico tiene una irrefrenable vocación de olvido. No importa. Yo intento, nada menos, que ser un “opinador” de instantes y ser reflexivo con lo cotidiano, que es mucho intentar, sobre todo para quien tiene tan pobres armas. Me he ido dejando la vida en ese empeño, pero en alguna parte tenía que dejármelo, ya que no es fácil llevársela de aquí. Siempre he escrito a mi propio dictado y lo único que me da pavor es decepcionar a los amigos. A los correligionarios no puedo decepcionarlos porque ni los tengo ni los he tenido nunca. Detesto las polémicas. No porque no me guste dar mi brazo a torcer, que también para eso están los brazos, sino porque creo que de la discusión no sale la luz. Si acaso, salen chispas. El compromiso de escribir una columna periódica es una forma de esclavitud de la que aún no se ha ocupado Amnistía Internacional, pero esa esclavitud me ha permitido ser mi propio amo y ya es tarde para cambiar. Además no sé hacer otra cosa. Perdonen mis muchas faltas venideras y ya saben que si el tiempo no lo impide, me refiero al tiempo de vida con el Conavid 19 acechando todos los días a todas horas, aquí estará mi artículo. Que sea por muchos años y ustedes que lo lean. Para algo ha de servir y como ejemplo ya les adelantaba hace unas dos semanas, en este mismo espacio, que no esperaran demasiado de las famosas vacunas que supuestamente estaban a punto de salir al mercado. Hoy podemos leer noticias como estas en cualquier lado: “El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó que, pese a los avances que se están produciendo en las últimas semanas en el desarrollo de una vacuna contra el covid-19, lo cierto es que “no hay una bala de plata en este momento” y, añadió, “quizá no la haya nunca”. “Probar, aislar y tratar pacientes, y rastrear y poner en cuarentena sus contactos. Informar, empoderar y escuchar a las comunidades. Para las personas, se trata de mantener la distancia física, usar una máscara, limpiarse las manos regularmente y toser con seguridad lejos de los demás. El mensaje para las personas y los gobiernos es claro: hazlo todo. Y cuando esté bajo control, ¡sigue adelante!”, recomendó el director de la OMS.” O sea como pronosticábamos están anunciando una situación similar a la que se dio con el SIDA, enfermedad con la que hemos aprendido a convivir aunque no hay ninguna vacuna, solo medicamentos que ayudan a combatir las consecuencias y los síntomas. Y no se acaba el mundo que es así: Cruel.