SELVA TABASQUEÑA

Responsabilidad compartida

Sin afanes desmedidos o con trasfondos o cálculos mezquinos es como se debe condenar al unísono el clima de violencia e inseguridad que vive nuestro país; es menester reconocer que lo hecho hasta ahora no ha sido lo suficiente, lo necesario, lo óptimo y lo más eficaz, y en ese costal entramos todos, están pues allí los que antaño eran fulgurantes voces desde la resistencia, los que antaño eran los varones detentadores del poder, y los que actualmente pujan desde la oposición, así como los que con su nueva visión y concepción del régimen quieren transformar a México, entran allí también, los padres de familia que permisivos y omisos de la gran responsabilidad en la formación del tejido social, dejaron (y si siguen dejando) a su suerte a adolescentes y jóvenes que se ha ido formando en la prontitud y el anhelo de conseguir las cosas de un modo “fácil”, todos pues, en menor o mayor medida en muchas ocasiones voltearon la vista a otro lado, en una pretensión insana de despegarse de la realidad creciente, de la realidad preocupante, y hoy lamentablemente a punta de balas y sangre nos están obligando a tomar en serio el problema.

Hoy el clamor de justicia tiene los mismos decibeles que el pedido de paz, de tranquilidad, de SEGURIDAD. El reto es titánico, para una sociedad que no acaba de cimentar (o desmantelar) los valores cívicos y la confluencia de energías hacia un bienestar colectivo, pero también pasa por la responsabilidad de un novel gobierno que tiene ganas, pero que no avanza y se justifica en el lastre que los antecesores cimentaron, la responsabilidad es compartida y que nadie pretenda escindirse de ella, porque entonces denotara su condición hipócrita e insensible.

Hechos lamentabilísimos se viven en Minatitlán, en Juárez, en Guerrero, en Jalisco, en Reynosa, en Cd de México, en Oaxaca, en Morelos, en Puebla, en Guanajuato, en Tabasco, en todo México, por ello el mapa de tragedias es actualmente una emergencia que demanda solución y también empatía, porque cierto es que la imparable violencia no se erradicara con un intervencionismo desbordado a través de programas sociales, también es real que se requiere de una oposición coherente, sensible, honesta, y sobre todo autocritica, que aporte ideas más compactas y efectivas y se aleje de los simples “twitazos” de momento; en el bloque de esos a los que les gusta hacer “política” y cimentar aspiraciones recargados en el dolor y la necesidad de la gente, es precisamente donde más se regodean los delincuentes, ya que al crimen organizado le conviene una clase “política” enfrentada, para que en ese desorden, la coordinación y fortaleza del Estado sea nula o insuficiente. Lo sano es que los líderes sociales y los tomadores de decisiones, suelten aunque sea por un momento sus dispositivos y el muro de las benditas redes sociales, para ponerse a buscar estrategias que mitiguen o erradiquen el baño rojo en que se ha convertido nuestro México, eso es lo que se requiere, porque el pueblo ya está cansado de solo palabras…